Originario de una comunidad que valoraba la herencia cultural y su fe a la religión católica -a este cacique le habían introyectado en la mente defender los intereses de sus explotadores los imperialistas españoles-, Núñez asumió su rol en un tiempo de agitación, liderando a su pueblo en una región próspera con manantiales como Miraca y Guacuira, y exportaciones desde Adícora y Los Taques hacia Maracaibo y las Antillas, -los que menos se beneficiaban de esto eran los indígenas, sencillamente, eran explotados como esclavos por los españoles y por su ridículo Rey- .Su lealtad a su majestad el rey Fernando VII, se fundamentaba en la tradición histórica de los caquetíos, que veían al Rey como un protector frente a las élites criollas independentistas y la percepción de la corona como garante de estabilidad. -Los mantuanos dueños de haciendas, también fueron explotadores, primero de indígenas y luego de afrodescendientes, pero hubo una juventud que sacrificó todo: haciendas, y fortunas, por una patria Libre, Independiente y Soberana, y a la cabeza de esta juventud estuvo El Libertador Simón Bolívar-.
Para el año de 1821, tras la declaración de independencia de Coro, Núñez se unió al cacique de Moruy Martín López de la Chica, para movilizar a los caquetíos, cita el cronista indígena Juan José García en sus memorias:
«al mando de sus caciques hereditarios, López y Núñez, se reunieron en la Plaza de Santa Ana, se confesaron, comulgaron y juraron resistir la revolución y defender la causa del Rey».
En la Plaza de Santa Ana, acordaron combatir a los secesionistas, señala el historiador y cronista venezolano, Pedro Manuel Arcaya, en su obra «La Guerra de la Independencia en Coro y Paraguaná»:
«En la plaza de Santa Ana expusieron los caciques los sucesos de Pueblo Nuevo y el propósito suyo de que Moruy y Santa Ana se pusieran en armas por el Rey, el cual fue acogido con entusiasmo».
Tras las derrotas en Carabobo y San Francisco en 1821, enfrentó conflictos internos entre los caquetíos. Decidió emigrar a Cabure para evitar la persecución republicana y el menosprecio, mientras su pueblo caía en una «feroz anarquía». Continuó apoyando la causa realista mediante guerrillas hasta después de la capitulación firmada por Francisco Tomás Morales en la ciudad de Maracaibo, el 3 de agosto de 1823. Núñez simboliza lo que dio paso, la trágica fidelidad caquetía, marcada por la resistencia y que a la postre resultó en la desaparición de su pueblo por parte de las autoridades de la República."
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