jueves, 8 de marzo de 2018

· EL CHURUGUARERO ·


Al municipio Los Taques han llegado pobladores de todas partes del mundo, de Venezuela y de Falcón, siendo numerosos los oriundos de Churuguara, capital del municipio Federación, población ubicada en la sierra de Falcón, distante alrededor de dos horas de Santa Ana de Coro y a una hora del río Limón y del caserío del mismo nombre, en el territorio del estado Lara. Los churuguareros han sido siempre hombres y mujeres de respeto. Cuentan los abuelos que era riesgoso discutir con estos serranos, sin embargo el churuguarero se conoce en todas partes por su honestidad y por el cumplimiento de la palabra empeñada.
Nuestro vecino, Víctor Manuel Durand Uzcátegui, nació en Churuguara el 15-11-1961, en un caserío llamado Los Botalones, es hombre de respeto y paz y lleva viviendo en Jayana 15 años, es hijo de Olivia Ramona Uzcátegui y Sixto Manuel Durand, ambos difuntos. Sus abuelos: paternos fueron Emeterio Vera y Felipa Durand, maternos Carmen Uzcátegui y Pedro Rojas, todos nacidos en Los Botalones.
“Profesor Muñoz Freites, saqué el 6º grado en la Escuela Granja de El Corozo, en Cabimas, en este internado aprendí a sembrar la tierra y las faenas de la ganadería. Del matrimonio de mis padres nacimos Sixto Segundo, Silvia Ramona, José Gregorio, Víctor Manuel y Soli Magdalena Durand Uzcátegui, dos de ellos viven en Cabimas, otros tres en Los Botalones y se dedican a trabajar el campo”.
“Yo emigré, profesor, a trabajar en seguridad y resguardo al municipio Los Taques, con mi señora Migdalia del Carmen Díaz Medina con quien tengo 5 hijos: Marianny Karina, Bianny Carolina, Keila Josefina, Kleibert y Víctor Javier Durand Díaz, todos nacidos también en Los Botalones. Tengo dos nietos, Brein y Kevin”.
“¿Puede usted, amigo Víctor, contarme algún hecho extraño que le haya sucedido en su vida?”. “Resulta, profesor Muñoz Freites, que hace años, allá por los noventa, en el mes de diciembre iba yo conduciendo por la curva de Mapará un jeep, de pronto una mujer muy hermosa me hizo señas con la mano, solicitándome que la llevara, sin pensarlo dos veces me detuve y se montó, me impresionó la palidez de su rostro y su triste mirada, le pregunté su nombre y sólo me respondió con una mueca, yo iba por las curvas como a sesenta, de pronto le puse la mano sobre una pierna y sentí que estaba tan fría como una panela de hielo... un escalofrío me recorrió el cuerpo y me quedé amarrado al volante”.
“No me detuve en todo el trayecto, llegando al pueblo volteé a mirarla y había desaparecido. Me fui hasta mi casa y realmente no pude dormir en toda la noche. En la mañana, a eso de las 9 am compré el periódico y como es mi costumbre comencé a leerlo por la página de sucesos, reseñaban un choque, uno de los autos se había precipitado por un barranco y había fallecido una dama, para mi sorpresa la difunta de la foto era la mujer a quien yo le había dado la cola, y cuando se montó al jeep ya era difunta. Nunca volví a viajar solo por esa carretera ni a detenerme para subir a nadie”. 

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