Al municipio Los
Taques han llegado pobladores de todas partes del mundo, de Venezuela y de
Falcón, siendo numerosos los oriundos de Churuguara, capital del municipio
Federación, población ubicada en la sierra de Falcón, distante alrededor de dos
horas de Santa Ana de Coro y a una hora del río Limón y del caserío del mismo
nombre, en el territorio del estado Lara. Los churuguareros han sido siempre
hombres y mujeres de respeto. Cuentan los abuelos que era riesgoso discutir
con estos serranos, sin embargo el churuguarero se conoce en todas partes por
su honestidad y por el cumplimiento de la palabra empeñada.
Nuestro vecino,
Víctor Manuel Durand Uzcátegui, nació en Churuguara el 15-11-1961, en un
caserío llamado Los Botalones, es hombre de respeto y paz y lleva viviendo en
Jayana 15 años, es hijo de Olivia Ramona Uzcátegui y Sixto Manuel Durand, ambos
difuntos. Sus abuelos: paternos fueron Emeterio Vera y Felipa Durand, maternos
Carmen Uzcátegui y Pedro Rojas, todos nacidos en Los Botalones.
“Profesor Muñoz
Freites, saqué el 6º grado en la Escuela Granja de El Corozo, en Cabimas, en
este internado aprendí a sembrar la tierra y las faenas de la ganadería. Del
matrimonio de mis padres nacimos Sixto Segundo, Silvia Ramona, José Gregorio,
Víctor Manuel y Soli Magdalena Durand Uzcátegui, dos de ellos viven en Cabimas,
otros tres en Los Botalones y se dedican a trabajar el campo”.
“Yo emigré, profesor,
a trabajar en seguridad y resguardo al municipio Los Taques, con mi señora Migdalia
del Carmen Díaz Medina con quien tengo 5 hijos: Marianny Karina, Bianny
Carolina, Keila Josefina, Kleibert y Víctor Javier Durand Díaz, todos nacidos
también en Los Botalones. Tengo dos nietos, Brein y Kevin”.
“¿Puede usted, amigo
Víctor, contarme algún hecho extraño que le haya sucedido en su vida?”. “Resulta,
profesor Muñoz Freites, que hace años, allá por los noventa, en el mes de
diciembre iba yo conduciendo por la curva de Mapará un jeep, de pronto una
mujer muy hermosa me hizo señas con la mano, solicitándome que la llevara, sin
pensarlo dos veces me detuve y se montó, me impresionó la palidez de su rostro
y su triste mirada, le pregunté su nombre y sólo me respondió con una mueca, yo
iba por las curvas como a sesenta, de pronto le puse la mano sobre una pierna y
sentí que estaba tan fría como una panela de hielo... un escalofrío me recorrió
el cuerpo y me quedé amarrado al volante”.
“No me detuve en todo
el trayecto, llegando al pueblo volteé a mirarla y había desaparecido. Me fui
hasta mi casa y realmente no pude dormir en toda la noche. En la mañana, a eso
de las 9 am compré el periódico y como es mi costumbre comencé a leerlo por la
página de sucesos, reseñaban un choque, uno de los autos se había precipitado
por un barranco y había fallecido una dama, para mi sorpresa la difunta de la
foto era la mujer a quien yo le había dado la cola, y cuando se montó al jeep
ya era difunta. Nunca volví a viajar solo por esa carretera ni a detenerme para
subir a nadie”.
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