domingo, 29 de diciembre de 2019

· RAFAELA FREITES GARCÍA DE MUÑOZ


        Transcurre el año 2011. Se celebra en la Alcaldía Bolivariana del Municipio Los Taques, el día del Contralor Municipal. Se ha invitado como orador de orden al Contralor General de la República Bolivariana de Venezuela, Dr. Clodobaldo Russian -que en paz descanse-. Para esos tiempos el alcalde es el doctor José Luis “Pepe” Iglesias Gallegos. Diserta el honorable invitado sobre la historia de la contraloría en la Nación venezolana. Estoy sentado en la primera fila, por mi condición de Director de Desarrollo Social de la alcaldía. Siento que la mirada fija del honorable disertador se detiene en mi persona y de pronto, de una forma sencilla y jovial me pregunta: “Chucho ¿y la camarada Rafaela?”

Sin duda, se refiere a mi madre. Impresionante la portentosa memoria del Contralor, han pasado 48 años y sin ningún problema me reconoció. Mi mamá y yo lo conocimos cuando visitamos a mi hermano Rafael Simón Pastrano Freites, preso político en la isla del Burro, lago de Valencia, quien fue herido en La Azulita, estado Mérida, en un enfrentamiento con el Ejército, y cumplía condena de 30 años por rebelión y subversión contra el gobierno de Rómulo Betancourt. Nótese el extraño vínculo de este cronista con la amada y recordada tierra taquense.

Bien, aprovecho esta evocación para escribir la crónica de mi difunta madre. Nace mi mamá en Santa Inés, población del estado Anzoátegui, en una casa que estaba ubicada en la cima de un cerrito conocido como El Alto de los García, en un recodo del antiguo camino hacia la población de Mundo Nuevo. Hija de Luis María Freites Farías y de Julia Aniceta García Santori, quien fallece de vómito negro o tifus y deja a su niña de meses en manos de Mamá Brígida, mujer afrodescendiente que le da el pecho y cría.

Su padre era descendiente directo del General Pedro María Freites Hidalgo, el heroico defensor de La Casa Fuerte de Barcelona. Mujer divorciada con 5 hijos: Luis José, Mercedes, Gladis, Marina (difuntos) y Rafael Simón Pastrano Freites de su primer matrimonio con José Isidro Pastrano, que en paz descanse, y 3 hijos con Jesús Muñoz Pardo. Alba Rosa, -quien apenas vivió 2 años y fallece por mala praxis médica a causa de la prescripción de un medicamento equivocado-, Marcos y Jesús Muñoz Freites. Nace mi mamá el 11 de enero de 1917.

Mi madre, al divorciarse, se dedicó al comercio para mantener a sus hijos, y tenía un restaurante llamado Rancho Grande. Mi padre era vendedor de Pepsi Cola, lo que le permitía moverse libremente y participar en la organización del Partido Comunista de Venezuela, en Anzoátegui. Mi madre se enamora de mi papá y además, se hace comunista y conspira contra el gobierno del General Marcos Pérez Giménez. A pesar de que mi papá no era obrero petrolero, participó en la organización de la huelga del año 1950, y es detenido y cumplió condena de presidio durante 3 años. Luego es confinado a la ciudad de Caracas. Mis padres eran comunistas cristianos, como los comunistas italianos, mi bisabuela materna Doña Indalecia Santori era de Palermo, Sicilia.

viernes, 20 de diciembre de 2019

Doña Soraya Sanz (Candelaria)


A principios del mes de noviembre de 2019 estuve en la ciudad de Santiago de León de Caracas por motivos de salud, y aproveché la oportunidad para visitar el Salón de la Patria, sala de exposición que se encuentra al lado del Palacio de Miraflores, en un edificio donde funcionó el SIFA. Allí fue torturado y asesinado Fabricio Ojeda en los tiempos de la IV República. En este salón se exponen las portentosas obras de arte, de profundo contenido patriótico, realizadas por el renombrado Maestro Efraín “Chepín” López.
En aquel lugar conocí a la recordada artista de arte dramático y televisión Soraya Sanz, quien formaba parte del elenco del programa La Quinta de Simón, que se transmitía por la televisora venezolana Venevisión, en la década de los 60. Nuestro encuentro fue del todo fortuito, Doña Soraya esperaba sentada a mi lado para hablar con su amigo el pintor “Chepín”. Entablamos una amena conversación y de pronto vinieron a mí recuerdos de la niñez, cuando me dijo que ella era Candelaria, y que por muchos años trabajó con el recordado Simón Díaz. Sin pensarlo dos veces le propuse escribirle una crónica, y ella aceptó con una muy expresiva sonrisa.
“Doña, yo soy un cronista y me especializo en escribir sobre la vida de las personas, tengo un blog de crónicas que es leído en nuestro país y fuera de él, por favor le agradezco me hable sobre los avatares de su existencia.” “Con mucho gusto señor Muñoz. De entrada le diré que yo nací el 20-09-1937, en un caserío de nombre Los Martínez que pertenece al pueblo de Mamporal, en Barlovento, estado Miranda; el mes pasado cumplí 82 años. El amigo “Chepín” nació el 23-09-1936, él es invitado de honor de mi cumpleaños, siempre se aparece con un buen regalo y a los tres días celebramos el suyo; mi compañero y mi familia le aprecian mucho, admiramos su pasión por la historia de la Patria que plasma en sus pinturas y murales.”
“Sabrá profesor, que yo tuve tres mamás quienes me quisieron muchísimo,” “¿Y cómo es eso, mi estimada señora?” “Mi madre Justa Sanz, mi abuela Mónica Sanz y mi bisabuela Rafaela Sanz. Nuestro pueblo en aquellos tiempos era un caserío de madres solteras, ya que los hombres preñaban a las mujeres y las dejaban por otras, a su suerte. No sé en realidad quién fue mi padre, ni mi abuelo y menos mi bisabuelo, esos señores no existieron en mi vida; mi infancia y adolescencia estuvo llena de trabajos, fue durísimo. Desde muy pequeña me dediqué a acompañar a mis mamás en las labores del campo, sembrábamos yuca, mapuey, ocumo, auyama, ñame, caña, maíz, así como plátano, cambur, frijoles y caraotas; hacíamos casabe; recolectábamos cacao y criábamos gallinas; fui tarde a la escuela, pero me gustaba aprender y hacer mis tareas escolares.
Mis hijos se llaman Gerardo Sanz, Yoel Sanz, Lucrecia Padrón Sanz, Nayely Padrón Sanz y Aníbal Salazar, tengo 15 nietos y 10 bisnietos. Me fui a Caracas muy joven y me vinculé al arte dramático un bue día que fui a un programa radial de Enrique Benshimol en la emisora Radio Difusora Venezuela. ¿Y de dónde es usted cronista?”
“Del municipio Los Taques de Falcón”, “¡Válgame Dios! Yo conozco Los Taques, en mi juventud yo viajé por esas tierras.” “¿Podría hablarme de ese viaje?” “Sí, eso ocurrió hace años, visitaba unas amigas en Coro, y mi amiga Enriqueta me habló de las bellas playas de Villa Marina, eso fue en diciembre de 1965, lo recuerdo como si fuera ahora. Llegamos a Punto Fijo, yo estaba disfrutando de un corto permiso que, después de mucho rogarle a Simón, me dio el canal. Era muy engorroso grabar episodios adelantados, ya que salían muy costosos, pero en fin, llegamos un 15 a Los Taques, el recorrido lo hicimos por una carretera estrecha, que prácticamente iba bordeando la costa, y me invitaron a una misa de aguinaldo en la iglesia de ese bello poblado, la gente salía de la misa y se congregaban en la plaza a bailar y tocar instrumentos musicales.
Era todo un espectáculo, no parecía que Venezuela estuviese estremecida y convulsionada por la lucha armada contra el gobierno de Raúl Leoni Otero. Yo simpatizaba con los guerrilleros, pero lo guardaba como un secreto. Como a las 8 de la mañana conocí el pueblo de Villa Marina, -donde comí unas sabrosísimas empanadas de cazón, la natilla con arepa pelá y almorcé el delicioso chivo en coco-; el poblado está situado a pocos minutos de Los Taques, posee unas acogedoras playas y quizá después de las playas de Barlovento estas sean las más hermosas, azules y tranquilas del país. En aquellos tiempos había mucha pobreza y personas necesitadas por todas partes, y la gente vivía con miedo y zozobra, pero en aquel bucólico caserío se respiraba tranquilidad y paz”.

jueves, 12 de diciembre de 2019

SEÑORA AURA VARGAS


La vida no es digna de ser vivida sino cuando la ennoblece el ideal social de ayudar al prójimo. En estos días, comenzando diciembre del 2019, nos enteramos por medio de una publicación del luchador social y político Johnny Ramírez, de Creolandia, del sensible fallecimiento de una persona muy apreciada por los moradores de esta populosa comunidad del Municipio Bolivariano de Los Taques, Falcón, República Bolivariana de Venezuela.

Hay personas que nunca mueren porque dejan huellas profundas en las mentes y corazones de sus parientes y vecinos; es el caso de la señora Aura Vargas, mujer guerrera de tantas luchas por el bienestar de los habitantes de la comunidad 4 de Febrero, practicaba el bien y compartía lo que tenía con los más necesitados.

La señora Aura fue una persona de profundos principios morales, humanistas y socialistas, en ese batallar constante por una existencia mejor. La conocimos allá, en los primeros años de la década de los 2000. Me la presentaron Carmen Meléndez y la señora Wendy, personas también profundamente compenetradas con las necesidades de los pobladores del municipio. Recuerdo que la señora Vargas, era pariente del doctor Henry y Richard Weffer, vivía al frente de la Escuela Bolivariana 4 de Febrero, donde en muchas oportunidades hizo suplencias. Esta mujer trabajadora fue y siempre será un modelo a seguir por las generaciones actuales y futuras de taquenses, ya que no solamente trabajaba duro por el bienestar de sus hijos, sino por mejorar las condiciones de existencia de los habitantes de su comunidad. Seguros estamos que su recuerdo permanecerá en la mente de todos los que la conocimos. Paz a su alma, y nuestro más sentido pésame a sus familiares y deudos, y les decimos: “No están solos en su dolor, nosotros estamos con ustedes.”