Hoy 02-03-2019 visitó la
casa donde estoy alojado la señora Julia Buriel, de 68 años, natural de la
ciudad de Barcelona, Anzoátegui; trae en su mano derecha unas ñemas (huevos) y
en la izquierda dos bolsas con carne de cochino y res. Le pregunté a esta doñita:
“Señora Buriel ¿le fue fácil comprar esos víveres?” “Señor Muñoz, todos los
días compro; pero lo malo es que los bodegueros, los carniceros y los
bachaqueros no respetan los precios acordados. Ellos venden carísimo; pero hoy
compré barato gracias al operativo de venta de carne que implementó el
Presidente Nicolás Maduro Moros. Maduro, hijo, manda a realizar esas ventas
cada 15 días. Obliga de alguna manera a los especuladores a que vendan con los
precios acordados, la Virgen Santísima te bendiga y proteja. Y muchas gracias
por mantener el país en santa paz”.
El material que publico
a continuación lo extraigo de mi libro Antiparadigma II, obra que ganó un Premio
Nacional de Literatura, Mención Ensayo, otorgado por el Fondo Editorial Ipasme,
Caracas, el año 2008. Después de 11 años, como estamos en el mes de las mujeres,
ya que el 8 de marzo es su día, les dedico esta crónica y les envío un beso y
un abrazo del tamaño del universo a todas las féminas del mundo, de Latinoamérica,
de la Nación venezolana, del estado Falcón y del municipio Los Taques con este
escrito. Y a voz en cuello expreso: ¡Vivan las hembras de la especie humana,
quienes nos paren, nos crían y nos quieren!
¡Por mucho tiempo el
hombre olvidó -y todavía muchos de nosotros seguimos olvidándolo- que la mujer
es parte de nuestra esencia! Según la remota mitología griega, el ser humano
era una entidad andrógina, en la cual convergían el varón y la hembra a la vez
en una sola persona. En griego antiguo, andros significa varón y gyne, mujer.
Unidos por la espalda, el sur era femenino y el norte masculino. Hombre y mujer
eran un solo ser autosuficiente, que se amaba y bastaba a sí mismo. Pero cuando
Prometeo se robó el fuego sagrado y se lo entregó a los humanos, Zeus le
castigó encadenándole a una roca para que los buitres le devorasen las vísceras
eternamente, cada vez que estas aves de rapiña se comían las entrañas de
Prometeo encadenado, inmediatamente estas volvían a regenerarse.
Ahora bien, también
castigó al humano, desde su morada en el Olimpo lanzó un certero rayo el cual
separó a la hembra del macho, y a partir de ese momento lo femenino y masculino
marcharon desunidos y ambos comenzaron a buscar su otra mitad, que habían
perdido, la cual era parte de su esencia. Según el mito, esta separación
también dio inicio a la problemática conyugal, debido a que a cada mujer y a
cada hombre le correspondía buscar su otra mitad de la cual fueron separados, y
a veces encuentran una, y ella o él creen que es la suya, la cual llenaría sus
carencias; la esencia perdida, a la manera como cuadran dos pedazos de cerámica
rota; pero en realidad, esta parte corresponde a otro varón o a otra hembra,
según el caso.
He aquí el porqué de la
disputa y la discordia entre las parejas. La otra porción es la compañera
indicada, ideal, que se nos presenta en el lugar y momento preciso. Claro, esto
visto desde la óptica del macho, también cabe el mismo razonamiento para la
hembra; la otra mitad es para la mujer el compañero indicado en el lugar y
momento preciso. Sin embargo, pensamos que a la hembra de los humanos debemos
definirla como algo más que la compañera del hombre; ella es una parte de su
sustancia, lo que hace que el ente sea en sí, y por sí mismo, lo que es. Lo
femenino y lo masculino, forman un binomio inseparable que conforma un conjunto
de elementos biosíquicos: el ser humano.
Una de las partes de la especie homo
sapiens, el varón, históricamente no ha visto desde tiempos ancestrales a su
otra mitad como lo que realmente es: su complemento esencial, su otra parte,
sino como un ente extraño a él, que debe ser sometida porque supuestamente es
inferior a su condición de macho. Olvidan que las compañeras son las dueñas sin
discusión de sus cuerpos, almas, vientres y vaginas.
La mujer -piensan los
machistas- debería doblegarse a la voluntad y capricho del hombre como si fuese
una propiedad privada. ¡Ah, qué vanos e ilusos somos los machos de la especie!
Nosotros pensamos que la fémina, dentro de la unidad de opuestos que conforma
el ser homo sapiens, representa la fuerza vital más fuerte y más importante. A
continuación damos los siguientes argumentos contundentes probatorios: ¿Quiénes
inscriben a los monos sabios en el libro de la existencia? ¿Quiénes nos paren,
amamantan, crían e inician el proceso de educación, el cual comienza en el
hogar y termina en la escuela? Léase adaptación del individuo a la sociedad. Indiscutiblemente,
la hembra de la especie. Hasta Dios escogió una mujer para ser la madre de
Cristo, bien pudo el Todopoderoso generar el cuerpo mortal de su Hijo de la
nada, sin necesidad de la mediación de un vientre. El Ser Supremo quiso
dignificar a la hembra permitiéndole parir al Dios vivo. Esta fue una de las
razones por la que el Hijo de Dios Jesucristo, vino al planeta Tierra como
hombre.
Quede aquí bien claro
que no busco para nada excusar lo machista que era la sociedad de aquellos
tiempos. En la Biblia, tanto los hijos de Ezequiel como los de Abrahán menospreciaban
a las féminas. La virtud es el término medio entre dos extremos, ni el machismo
ni el hembrismo son aconsejables.
No existió ni existe un
hombre cuyo epicentro no sea la mujer, todos los machos de la especie, desde el
más viril, pasando por el misógino más recalcitrante, hasta el homosexual,
giran alrededor de la divina mujer. El macho viril con la hembra seductora
llena sus necesidades sentimentales y físicas. Por supuesto, cuando siente a su
otra mitad no como un simple objeto de satisfacción hedonista, sino como un sujeto
de integración vivencial.
A las mujeres hay que
darles afecto y ternura porque ellas son una parte de nosotros, e inclusive, la
relación sexual debe ser concebida como la forma más profunda e íntima de
hacerle cariño a la compañera.
El misógino (misoginia:
patología de la personalidad caracterizada por el odio a la psique femenina),
al aborrecer a la mujer manifiesta una manera de vivir pendiente y dependiente
de ella, debido a que el evitarla es en el fondo temor a buscarla. Y por
último, muchos hombres con problemas de identidad, también giran alrededor de
la hembra, ya que al pretender imitarlas psicógena y somáticamente, por
supuesto, lo que logran son grotescas caricaturas. Pienso que estas personas
deben ser genuinas en sus actos.
¡Salve, hembra de la
especie, semidiosa del amor espiritual
y carnal, sois principio y fin de nuestra existencia, de una mujer nacimos y
como dijo el Quijote: “Por una mujer vivimos”! ¡Salve, dueña del mundo terrenal
y de nuestros corazones! ¡Los que te profesamos sincero respeto, consideración,
cariño, afecto y adoramos tu alma inmortal y tu carne mortal regeneradora de
vida, te saludamos!