A
don Pedro Celestino Guzmán lo conocí uno de estos días de mayo del 2019, en el
Centro de Rehabilitación Integral de Campo Alegre, Barcelona, estado Anzoátegui,
donde los excelentes terapeutas y una fisiatra cubanos (soldados de la salud,
de bata blanca) imparten gratuitamente, todos los días, desde las 8:30 am,
consultas y terapias a niños, jóvenes, adultos y personas de la tercera edad por
diferentes afecciones de los huesos, como también del lenguaje. Aplican hidroterapia,
terapia con magneto, electricidad y lámparas de calor, y además, tienen un
podólogo que trata el pie diabético y los problemas de las uñas y callos. También
en este lugar hay un gimnasio con diversos aparatos para ejercicios
terapéuticos y 2 camillas para masajes. La dedicación y esmero de los hermanos
cubanos es impresionante, digna de admiración y elogio.
Estaba
en la sala de espera aguardando la reconsulta de la médica fisiatra, cuando
entablé una amena conversación con don Pedro Celestino. “¿Señor Pedro, podría
usted decirme su lugar y fecha de nacimiento?” “Mi madre me parió en Barcelona,
en un barrio llamado Portugal Arriba, el 15-03-1940”. Inmediatamente me vino a
la mente la imagen de mi papá, quien nació y se crió en ese sector. ¿“Por
casualidad usted no conoció a mi padre, Jesús Muñoz Pardo?, él era hijo de don
Juan Muñoz y doña Gumersinda Pardo”.
“Caramba
déjeme recordar… sí, ese nombre me es familiar. ¡Dios Santo qué pequeño es el
mundo! Personalmente no conocí a su papá. Pero nunca olvidaré que mi madre
decía que su abuelo don Juan fue un hombre muy caritativo; que él tenía un
ganadito por Los Montones y en Cruz Verde, y todas las mañanas frente a su casa
se hacía una cola de unas cuantas personas. Sencillamente, después que
regresaba del ordeño le repartía leche gratis a los más necesitados. Eso se
comentaba mucho en aquellos tiempos, y su hijo Juancito Muñoz Pardo siguió con
esa misma tradición e incluyó a pobladores de Guamachito”.
“Luego,
en la época del General Marcos Pérez Jiménez siendo yo un joven, supe por unos
comentarios que escuché de unos familiares, que su padre era comunista y se la
pasaba conspirando contra el Gobierno de aquellos tiempos con otros
revolucionarios; si mal no recuerdo, uno de apellido Rodríguez y otro de
apellido Scott, el abogado Luis Rafael Zambrano y Miguel Otero Silva, quien
vivía, sí la memoria no me falla, entre las calles Juncal y San Félix, cerca de
la fábrica de refrescos San Tomé Club. Recuerdo -aunque no estoy muy seguro-
que también había cerca de la vivienda del escritor un depósito de leche Upaca,
donde trabajaban como obreros unos falconianos de Los Taques, península de
Paraguaná, quienes eran pescadores y estaban esperando que arreglaran su barco
que se había dañado en una tormenta”.
“El
barrio era pequeño y la gente comentaba de todo el mundo. Recuerdo que decían
de su padre que manejaba un camión de Pepsi-Cola; pero viéndolo ahora desde el ángulo
de la malicia, ese era su camuflaje. La ruta de vendedor de refrescos de su
papá era hacia Santa Inés y esto le permitía ayudar a organizar células del Partido
Comunista de Venezuela”. “Caramba don Pedro, es tan cierto lo que usted dice,
que él conoció a mi madre Rafaela Freites García en ese pueblo. Y luego en 1950
estuvo preso por participar en una huelga petrolera que organizó el PCV. Él no
era obrero petrolero, pero actuaba como activista político entre los
trabajadores de esa industria”.
“Don
Pedro Celestino cuénteme sobre su vida”. “Con gusto Muñoz. Mis padres fueron
Agapito Atay y Ramona Guzmán Guzmán; como ya le dije, nací en la capital del
estado, en la década de los ‘40. Mis abuelos fueron Petronila Guzmán y Raimundo
Guzmán (eran primos hermanos). Tengo 5 hijos: Pedro Celestino, Noel Enrique,
Carlos, Zoraida Roxeina y Edgar Daniel. Mis hermanos son María, Petra, Rafael,
Leonilde y Rosa.”
“Mi
familia era muy pobre, mi primer empleo fue como limpiabotas, cuando tenía 11
años en la avenida 5 de Julio, -en la actualidad Bulevar 5 de Julio-, diagonal
a la calle Páez. Un fiscal de tránsito le estaba haciendo una boleta a un
chofer, de pronto, sin ton ni son le dio un planazo, yo estaba a distancia de
esas personas y no pude escuchar que le dijo el conductor al funcionario; pero
aquel suceso dejó en mí una profunda huella. Eran los tiempos de la dictadura
perezjimenista. También trabajé vendiendo los periódicos Ultimas Noticias, La Esfera
y El Universal. E iba a buscar la bosta de vaca en carretilla, y se la vendía a
los albañiles que la añadían a la mezcla del friso de las casas”.
“Gracias
a los buenos consejos de mi difunta madre estudié y me hice profesional; pero
los sacrificios que tuvieron que hacer mis padres fueron inmensos; además, yo
siempre estudiaba y trabajaba. Saqué el 6° en El Grupo Escolar José Antonio
Anzoátegui, me hice Contabilista en 1966, en el Instituto de Comercio Guevara
Rojas, Bachiller Industrial en la Escuela Técnica Industrial en 1982 y Contador
Público egresado de la Universidad de Oriente (UDO). Muy pocos de mis
condiscípulos de primaria pudieron estudiar. Luego llegaron las Misiones
Educativas del Comandante Chávez y se masificó la educación.” “Don Pedro unos
parientes me hicieron llegar una foto de una colección en miniatura de botellas
de Pepsi-Cola (de 1905 al 1998), que pertenecieron a mi padre, ¿me autoriza
usted que la coloque en su crónica con su foto?” “Por supuesto que sí Muñoz”.