Hace tiempo conversé en la plaza Bolívar de Los
Taques, Falcón, con un familiar de un excombatiente guerrillero del FLN-FALN,
quien me solicitó que realizara crónicas sobre los mártires de la IV República.
En estos días recordé ese compromiso, y aprovechando que estoy en Caracas por
razones de salud, visité el 06-11-2019 el Fondo Documental del Pueblo, (Archivo
de la Revolución Venezolana, Archivo General de la Nación), y allí recibí
información para elaborar el siguiente trabajo sobre Alberto José Rudas Mezones,
quien formó parte de la Juventud Heroica, ejemplo de firmeza revolucionaria de
la década de los años 60 -uno de los primeros jóvenes asesinados por el
gobierno de Rómulo Betancourt. Los datos
para esta crónica fueron extraídos de diferentes folletos y libros, por lo
tanto están entre comillas.
“Nació el 14 de enero de 1943, en el barloventeño
pueblo de San José de Río Chico, hoy San José de Barlovento, Municipio Bolivariano
de Miranda, República Bolivariana de Venezuela. Hijo de Octavio Rudas y Carmen
Benita Mezones de Rudas. Fue el menor de 7 hermanos; de una humilde y honesta familia
barloventeña que se vio obligada a trasladarse a Caracas en busca de una mejor
calidad de vida. A los 18 años Tico era un destacado estudiante de 3er Año de
bachillerato en el Liceo Nocturno ‘Juan Vicente González” (Liceo 'Andrés
Bello', diurno) en Caracas”.
“Como cualquier joven de la época, lleno de
esperanza, pasión revolucionaria, principios y valores éticos, sensibilidad
humana, igualdad social e identidad con su pueblo; suficientes razones para
insurgir contra la barbarie, terrorismo de Estado impuesto por el gobierno adeco
y sus aliados bajo la dirección imperial norteamericana, quienes tenían a sus
servicios cuerpos represivos: Dirección General de Policía (Digepol), Servicio de
Inteligencia de las Fuerzas Armadas (SIFA), además de los organismos
paramilitares y parapoliciales como 'La Cobra Negra' y 'Los Rurales', todos
encargados de desaparecer y asesinar a numerosos compatriotas: jóvenes y
destacados luchadores sociales, pretendiendo frustrar el futuro de una
generación”.
“Rudas Mezones fue acorralado y asesinado en
pleno centro de Caracas, entre las esquinas de Puente Nuevo y Puerto Escondido,
próximo a la plaza O’Leary cuando participaba el 15-11-1961 en una
manifestación de repudio a la ruptura de relaciones diplomáticas de Venezuela
con la Revolución Cubana, siendo el doctor Ignacio Luis Arcaya, Ministro de
Relaciones Exteriores, quien se pronuncia contra esta decisión del gobierno,
razón por la cual fue destituido de su cargo, pero proclamado por nuestro
pueblo y el resto de los países latinoamericanos como ‘Canciller de la Dignidad'.
“El diario El Clarín destacaba la información que
el sacerdote Martín Soto, párroco de Altagracia había presencia el vil
asesinato del joven Rudas Mezones y estar dispuesto a reconocer a los autores;
información que fue silenciada y distorsionada por el gobierno, que le aplicó
al Padre Soto prácticamente un secuestro, seguido de una fuerte presión y
campaña difamatoria para desmoralizarlo”.
“El caso de Rudas Mezones pasó a la historia de
aquel nefasto régimen puntofijista, no sólo por ser una de los primeras víctimas,
sino porque el tiránico gobierno del mal llamado 'padre de la democracia',
Rómulo Betancourt, cuya premisa era ‘disparen primero y averigüen después',
ordenó a los esbirros disolver el velorio e impedir que sus allegados
asistieran al entierro. Es así como al día siguiente de su muerte los matones
de la Digepol irrumpen en la modesta vivienda del asesinado joven y lanzan a la
calle todos los implementos velatorios (sillas, candelabros, portacoronas,
etcétera) y se llevan el féretro para sepultarlo en el Cementerio General del
Sur, pero en privado y de noche; literalmente secuestran el cuerpo”.
“Los testimonios de quienes estaban cerca de
Alberto Rudas Mezones al momento de su muerte y así lo mencionó poco después
Fidel Castro, en un discurso, es que lo último que alcanzó a decir fue '¡Viva
Cuba!’ y, de inmediato la respuesta de un agente de la Digepol fue asestarle
dos balazos que lo mataron en el acto”.
Los crímenes y torturas que se cometieron en la
IV República o democracia representativa de los años 60, 70 y 80 serán
recordados por la historia de Venezuela por su crueldad e ignominioso irrespeto
a los derechos humanos.
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