martes, 3 de marzo de 2020

MONTEHONDO



En 1991, siendo Gregorio Irausquín Quevedo alcalde del municipio Los Taques, Juan Toro Martínez, cronista de esta entidad territorial en aquel tiempo y su hija Hildamar Toro escribieron el libro “Montehondo” (Crónica y Memoria de Los Taques de Falcón); el cual recoge unas genuinas e imperecederas conversaciones que sostuvo este escritor con los pobladores de Santa Cruz de Los Taques. Hoy publico en el Blog del Cronista Oficial del Municipio, con mucho gusto por considerarme taquense de corazón, extractos de la mencionada obra. Escribió Toro Martínez:
“Cuando llegamos a Paraguaná hace ahora 36 años -el 20 de agosto de 1956-, ni nos pasaba por la mente que era este el hecho más importante que nos ocurriría. Hoy podemos decir con abierta propiedad y con el sentimiento iluminado que no hay lugar más hermoso, que no hay mejor gente en ninguna parte, y que por ello debemos darlo todo por este terruño de nuestra querencia.
Nuestra iniciación en las letras ocurre en Los Teques-en el Liceo Cecilio Acosta, el 15 de julio de 1947-, una vez que fuimos invitados a recitar nuestros primeros poemas a los 19 años de edad en un acto cultural. Así que fuimos bautizados literalmente en Los Teques, pensamos que ahora nos cabe el derecho de escribir sobre Los Taques.
Los Taques y Los Teques. La diferencia de una sola vocal -una mínima a por e, o e por a-, a veces nos hace sonreír cuando se nos corrige: “No es Los Taques sino Los Teques”. Y nosotros de inmediato reaccionamos: “El cariño por el país, por Venezuela es el mismo, pero no es Los Teques sino Los Taques.”
Cuando usted escucha decir a nuestra gente ‘que voy al campo', lo que quiere decir es que va a internarse en la sabana acujizada a pasar un buen momento. El ‘campo paraguanero’ es ese inmenso territorio de gente” -que vive en paz, diría yo actualmente, “y territorio de iguanas, chuchubes, chivos, burros, tunas y cardones que hace simplemente indescriptible este panorama de la naturaleza, que dibujó Dios con sus manos eternas.”
“A medida que hemos venido conversando con la gente paraguanera que habita en el hondo de la provincia, observamos y comprobamos que en verdad estos seres viven dentro de la más pura sencillez de sentimientos y que son en esencia bien educados por naturaleza y sumamente orgullosos por condición humana. Es decir que no te piden nada, sino que te ofrecen todo, abiertamente con despejada y aleccionadora humildad.” Yo agregaría: somos como todos los venezolanos y venezolanas, personas generosas que hemos tratado siempre a los que nacieron en otras tierras no como extranjeros, sino como compatriotas y hermanos.
“Es la generosa característica del ser paraguanero”, le comentábamos a nuestras amigas corianas Olga Elena Hidalgo de Curiel y Teresa Medina de Torres, cuando hacíamos la cola en el aeropuerto Josefa Camejo de Las Piedras para abordar el avión hacia Caracas. “La generosidad paraguanera no propiamente -aclaraban las dos damas-, la generosidad coriana. Coriano era todo, según el habla de otro tiempo, desde el terruño hasta el sentimiento. Más bien esto que dices es generosidad coriana.”
Escuchaba a las dos amigas con respeto y, desde luego, completamente de acuerdo. “Recuerdo que cuando niña -apuntaba Teresita-, en mi casa comían o bebían algo más de veinte personas, diariamente. Ni mi abuelo ni mi padre dejaron nunca que ninguno que tocara a la puerta se fuera sin ser atendido, y no se necesitaba conocerlo de trato.” Esta costumbre se traducía en invitar a almorzar a quien no necesitase. “En la casa de mis mayores también siempre fue así”- dice Olga Elena a su vez. Así que ratificamos el concepto de la identidad y la bondad del falconiano. “Ser así -buena gente- es la muy digna y generosa naturaleza del coriano”. Y yo agregaría: de todos los nacidos en la patria del Libertador Simón Bolívar.
“No sabemos, -continúa diciendo Juan Toro Martínez- si fuimos nosotros quienes le propusimos hacer este libro sobre Los Taques, o sí fue el señor alcalde quien nos lo propuso. No importa mucho. Somos buenos amigos. Fuimos compañeros de trabajo por más de veinte años en la industria de la refinación petrolera en Paraguaná, y somos vecinos de la misma urbanización de Judibana. Coincidimos también que los dos somos falconianos. Él de nacimiento, ya que es oriundo de Los Taques, yo por adopción, porque nací en Caracas.”

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