domingo, 20 de septiembre de 2020

OMAR JOSÉ GALLEGO DE LIMA

 

Omar José Gallego De Lima nació en febrero del 1943, en Humocaro Bajo (Lara) y falleció en octubre 2019 en Puerto Cabello (Carabobo). Fueron sus padres Antonio Salvador Gallego Fernández y Genoveva De Lima Lara.

Su papá combinaba dos profesiones, la de agricultor y la de comerciante. A Humocaro había llegado 2 años antes por circunstancias que incluían lo romántico, con la necesidad de un trabajo que le ayudara a mantener el hogar. Se instaló el matrimonio en la hacienda Sabaneta en el año de 1939, propiedad de don Víctor Gil García, casado con Adelaida de Gil. Con motivo de un contrato firmado por el propietario con su padre para la siembra de uvas y, circunstancialmente, de acuerdo a la calidad del fruto, para iniciar la producción de vino local. Su padre, en el siglo XX era pionero en la siembra del fruto en la zona, que habría de convertirse con el andar del tiempo, en un territorio altamente apreciado por los conocedores, para este tipo de cultivo.

Las desavenencias con el dueño de la hacienda llegaron pronto y 6 años después, antes que las uvas comenzaran su producción en masa, Salvador y Genoveva deciden romper el acuerdo y abandonar la zona, dejando el plantío para regresar a Caracas, ciudad donde se habían conocido y enamorado. Se marchaban del piedemonte andino con tres hijos: Eleazar, Omar y Clotilde -quien se casó con Rafael Simón Pastrano Freites, hermano del cronista Jesús Muñoz Freites, quien realiza esta crónica-, la primera de sus hijas recién nacida. Otros tres vástagos completarían la familia con el correr de los años: Antonio Aníbal, Héctor Jaime y Flor, nacidos uno en la capital y los dos últimos en Camatagua, estado Aragua. Aunque la familia volvió a residenciarse por 2 años en el estado Lara, jamás retornaron a Los Humocaros.

Omar fue un brillante estudiante de la Escuela Técnica Industrial de Los Chaguaramos, Caracas, en la especialidad de Química, sin llegar a graduarse a pesar de cursar hasta el último año de la especialidad que no concluyó, pues sus compromisos políticos, asumidos a temprana edad, le llevaron por los caminos del socialismo, con militancia en la Juventud del Partido Comunista de Venezuela, que declaró la lucha armada a la cual el joven se sumó de inmediato, ocupando posiciones destacadas en los combates urbanos que se libraron a través de las FALN (Fuerzas Armadas de Liberación Nacional). Estando en la ETI, era ya perseguido por los cuerpos policiales del Estado, que tenían algunas sospechas sobre sus actividades.

En un allanamiento a la humilde vivienda que compartía en El Guarataro con otro compañero estudiante, fueron hechos prisioneros encontrándose en el sitio propaganda subversiva contra el régimen de Rómulo Betancourt, lo que le valió además de las palizas a planazos asestadas por los represores, el internamiento en la Cárcel Modelo de Caracas donde debió pagar año y medio de prisión, decidiendo entonces abandonar los estudios para dedicarse exclusivamente a la lucha revolucionaria. Es bueno reseñar aquí que los Presidentes de la IV República entregaron a precios irrisorios el petróleo y el hierro a los imperialistas yankees.

El año 1965, el PCV se acoge a la política de Paz Democrática (Pacificación) y abandona la lucha armada, a lo que reaccionan los jóvenes revolucionarios condenando esa decisión, y se alían al liderazgo representado por el falconiano Douglas Bravo quien funda el movimiento conocido como Partido de la Revolución Venezolana, que asume la continuidad de la lucha, agrupando a todos los combatientes que quieren prolongar la misma. Omar, conjuntamente con Diego Salazar y Rafael Castro, sus jefes inmediatos en las FALN, continúa combatiendo hasta que la situación se hace insostenible en la ciudad, y decide subir a la montaña donde el año 1976 ayudó a su hermano Eleazar, al regresar del exterior, a incorporarse a la guerrilla.

Durante más de un año Omar se destaca como guerrillero rural, pero el movimiento adolece de una dirección justa, bien estructurada y preparada. Convive con los hermanos cubanos de la Brigada Internacionalista comandada por Arnaldo Ochoa Sánchez, General del Ejército de Cuba, veterano de lucha desde la Sierra Maestra con Fidel hasta el triunfo de 1959, y con el resto de sus acompañantes, todos bajo el comando de Luben Petkoff. Douglas Bravo, nombrado Comandante General, ha subido a la montaña por unos pocos meses y retorna a la ciudad a seguir con sus labores conspirativas, intentando impulsar una insurrección militar que permita un golpe de Estado definitivo contra el gobierno represivo de Raúl Leoni y más tarde de Carlos Andrés Pérez. Douglas pone en práctica aquello en lo que cree, el putsch: para él la guerrilla solamente sirve como un elemento de presión táctico.

El comandante guerrillero, verdaderamente convencido del camino de la lucha armada, poseedor de la madurez, la experiencia y la formación revolucionaria ideológica necesaria ya no está. Cayó abatido en un malhadado accidente unos años antes y sin la autoridad moral y el respeto bien ganado entre los combatientes rurales por lo asertivo de su liderazgo, no hay quien pueda ocupar su lugar en aquel comando errático que no atina a dónde ir ni cómo organizar sus fuerzas. La ausencia de Argimiro Gabaldón pone de manifiesto la importancia de la individualidad en la historia. Se acentúa la decadencia guerrillera, y en ese momento muchos combatientes deben bajar a la ciudad. Omar es encargado de organizar un sector de la retaguardia, para los contactos con el grupo insurgente.

Cumple como siempre con su tarea, y es testigo de la partida de Luben y los camaradas cubanos a la isla heroica. La ciudad hierve en delatores y él es perseguido de nuevo por las fuerzas represivas. Al desbandarse el grupo guerrillero donde su hermano Eleazar activaba, el combatiente ha debido buscar apoyo para continuar la lucha, cae en una redada y luego de sufrir torturas en el TO5 de Yumare, es dejado en libertad en virtud de los compromisos del gobierno de Caldera con la Paz Democrática y el deseo del nuevo Presidente de deslindarse de la imagen aterrorizante del reciente pasado.

Su hermano es conminado a abandonar el país bajo amenaza de muerte, emitida por un grupo paramilitar denominado “La Mano Negra” y Omar, perseguido, sin apoyos, sin organización, sin gente de su grupo en las montañas, decide salir con Eleazar al exterior donde vive por tres años entre España, el Norte de África y el Medio Oriente.

En el exterior sobreviven los hermanos con la fundación de un dúo musical que denominan “Los Caribes”, que les permite cantar en locales de primer nivel en Marruecos, Líbano, el Sultanato de Omán y Siria. Después de esos años, Omar decide volver a Venezuela donde las cosas se han calmado y él, según las informaciones que le trae su esposa, es ya un caso olvidado. Su hermano se queda en el Líbano, pues sobre él pesa una condena de 17 años de cárcel.

En Venezuela Omar busca a los antiguos camaradas, y junto a Rafael Castro Guaita y su nueva esposa María Rosa Estaba, excombatiente del MIR quien había salido de prisión luego de ser torturada por la DISIP, organizan un sitio turístico en Mérida y posteriormente unen de nuevo sus esfuerzos para adelantar trabajos artísticos formativos que ayuden a sensibilizar a las nuevas generaciones en materia social.

La lucha sigue por otras vías hasta que le sorprende la insurrección de febrero del 92, y desde allí comienza una actividad solapada de apoyo al Comandante Chávez, con quien se identifica desde un principio hasta su fallecimiento en octubre del año pasado, después de padecer por varios años de algunas enfermedades graves, entre ellas problemas cardiológicos que le llevaron a una operación de corazón abierto y cáncer duodenal, que finalmente acabó con su fructífera vida. Paz a sus restos.

 

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