Todos los días pasa por el Concejo
Municipal de Los Taques una doñita muy versátil y jocosa. En el mes de diciembre llegó preguntando por
el profesor Muñoz Freites, Cronista Oficial del Municipio. Me le acerqué y de
manera muy amable le dije: “El que usted busca, estimada señora, soy yo, un
placer conocerla”. “Vengo por aquí porque una amiga mía me habló de usted, y me
dijo que usted escribe sobre la vida de los taqueros y taqueras, que ese es su
oficio”.
Pues bien, empecemos porque me hable de usted.
“¿Qué le digo? Por favor primero quítese
la máscara, que yo no hablo con enmascarados salvo en los días de Carnaval, cuando
bailaba hasta la madrugada con mi difunto marido. Sepa usted que yo soy poetisa
y cantautora.” Y sin ton ni son la doñita comenzó a cantar y recitar poemas,
hasta cierto punto bastante bonitos.
Apreciada señora, tiene usted una buena
curva de entonación, bastante conservada. Doña, le agradezco me hable de su
vida personal.
“Mi nombre es Julia Rosa Henriche de
Henriche. Nací el 19 de mayo de 1944 aquí, en Santa Cruz de Los Taques, hija de
Ignacio Marcelino Henriche Quevedo y Bernarda Gómez de Henriche. Mis abuelos
paternos fueron Marcelino Henriche y Petronila Quevedo; mis abuelos maternos
Juan Gómez y Eloísa Alvarado. Me casé con mi primo hermano Teodoro Henriche
Lugo en la iglesia católica de Judibana. Parí 6 hijos, 5 varones y una hembra.
Teodoro, José Ramón y Jesús David son difuntos, y viven Ignacio, Mario y
Oriola. Estudié en el Grupo Escolar Los Taques, y mis maestras fueron Margot
Primera y Yolanda Naranjo. Hice cursos de Relaciones Humanas y de Secretaria
Comercial. Escribo canciones y poesías,
y las canto y las recito.”
De pronto comenzó a recitar la doña de la
siguiente manera:
“De la nada todos nacen, y a la nada se van,
Solo
trajeron el pelo y el pelo se llevarán;
Se
van en una bella o mala urna,
Sean
ricos o pobres, de la tumba nadie se salvará,
Sean
ricos o pobres, y qué lío tuvieron para vivir,
De
este mundo nada se llevan y descalzos se van.
Tanta
petulancia para morir sin elegancia.
Por favor doña Julia, cante una canción.
“Hay un Dios que está en el Cielo,
Ve
al pobre, ve al rico, y cómo gozan aquí en la Tierra,
Pero
también cómo sufren.
Te
alabamos Jesucristo, te alaban los luceros,
La
luna y el sol, todo nuevo sendero;
De
la luz hiciste el día, de las tinieblas la noche,
Y
en la tarde hiciste un nuevo día.”
De pronto cantó un trozo de canción –según ella-
de su hermano Marco Antonio Henriche:
“Pueblo taquense triste, abandonado,
En
el olvido siempre has quedado.
Pueblecito
mío, ¿quién te salvará?
Salvador
Diosito, no lo dejes caer en la oscuridad…”
“Me casé con Teodoro Henriche por
venganza, porque mi propio novio andaba con la novia de Teodoro, quien andaba
despechado y sufría por aquella malvada mujer. Una vez agarré un machete porque
una mujercita andaba de frita y le di un planazo, para que aprendiera a
respetar a los hombres casados. Todos los 3 de mayo religiosamente sigo la
procesión de la Santa Cruz por la orilla de la playa, y bailaba en las fiestas
de La Cruz hasta casi amanecer, siempre con mi marido. Yo fui una mujer fiel,
aunque él era muy mujeriego, y que Dios lo tenga en su santa gloria, porque fue
un excelente padre. Llevaba pollo cuando costaba 2 Bs, y nunca faltaba comida
en mi casa, estaba siempre pendiente que sus hijos y yo estuviésemos bien
vestidos.”
“Yo bailaba mucho en el Club de Manuel
Antonio Falcón en diciembre. Hermosa aquella época, compartíamos sanamente
entonces. El baile era mi pasión. Mi marido era muy celoso. Una vez estábamos
en el Club Alianza y un caballero me invitó a bailar. Mi esposo le dio un
fuerte golpe y cayó rodando y con un ojo morado.”
“Siempre he sido una mujer honrada. He
leído la Biblia varias veces, desde el Génesis al Apocalipsis. Canto canciones
alabando a Cristo Redentor y a la Santísima Madre de Dios, la Virgen María.
Conocí curas bebedores y un poco vagabundos, pero la mayoría de los padres que
han pasado por esa iglesia de Santa Cruz de Los Taques han sido hombres
honestos, respetables y caritativos, soldados de Cristo, que mantuvieron
durante toda su vida los votos de castidad”.
“Cronista, yo voté por Chávez aunque yo
era de oposición, y por su hijo Maduro, y tengo la fe en la Santísima Cruz de
Mayo que en el país habrá bienestar y felicidad, y mi bello pueblo nunca
quedará en el olvido. Profesor, yo le agradezco al gobierno mi pensión y los
bonos, pero le solicito respetuosamente a Nicolás que suba las pensiones de
nosotras las viejitas.”
“Tengo 76 años y tomo remedios naturales, y no le
tengo miedo a la muerte, porque en este mundo que yo recuerde no le he hecho
mal a nadie.”
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