lunes, 15 de enero de 2018

· AL AMPARO DE DIOS ·

El lunes 08/01/2018 volví a tener una extensa conversación con el joven pastor Luis Josué Marriaga, y entre las muchas cosas que hablamos me dijo: “Profesor Muñoz Freites, todos los que tienen fe en que Dios los cuida -y no solamente se acuerdan de él en los momentos difíciles- están, sin discusión, bajo el amparo del Omnipotente”. “Lo que usted dice es cierto, amigo pastor, pero sin ánimo de entrar en una polémica estéril, le diré que el gran problema es que a veces, ante las terribles cosas que pasan en la existencia, da la sensación que Dios estuviese ocupado creando otros mundos”.
“Profesor Muñoz Freites -me dijo el pastor Marriaga-, el Señor Jehová, Dios de dioses, Dios de todos, está con nosotros y hay evidencias sacadas de la vida cotidiana que demuestran que Él nunca nos abandona, que siempre nos cuida. A una de nuestras hermanas pentecostales en Petare le tocaba ir a un culto una noche, para llegar a la casa de Dios tenía que bajar unas escaleras maratónicas de esas que hay en los cerros de la Gran Caracas. Al regresar del servicio donde adoraron y alabaron a Dios, tarde en la noche, la esperaban en esos escalones a mitad de camino unos hombres, con intenciones de hacerle daño. Al acercarse nuestra hermana solamente les dijo: ‘Buenas noches, que Dios les bendiga’, a lo que ellos respondieron: ‘Amén, buenas noches’ y la hermana continuó su camino hasta llegar a su hogar, en lo más alto de aquel cerro de Petare”.
“No fue sino hasta la mañana siguiente muy temprano cuando ella, al bajar a su trabajo, se encontró a los mismos hombres, pero esta vez con cara de asombro ellos le preguntaron: ‘¿Quién es usted y a qué se dedica’? y ella le respondió: ‘Soy hija de Dios y soy miembro de la Iglesia Pentecostal Unida de Venezuela’. A lo cual ellos respondieron, a una voz: ‘Con razón, ya que ayer cuando usted venía subiendo nuestro plan era robarla, golpearla, hacerle muchas cosas malas y luego matarla, pero cuando usted pasó y dijo: ‘Buenas noches Dios les bendiga’, nos dimos cuenta que detrás de usted venía un grupo de gente, todo un ejército de hombres altos, vestido de blanco, los cuales nos refirieron cada uno las mismas palabras que usted nos dijo: ‘Buenas noches, Dios les bendiga’ y nosotros duramos toda la noche, hasta la madrugada, respondiéndoles: ‘Amén, buenas noches’ a cada una de aquellas personas, como nos enseñó un predicador en la cárcel”.
“Hermano Muñoz Freites, Dios cuida de sus hijos e hijas, y no los desampara, pero los requisitos que nos pide la Divina Providencia son creer en Él y sobre todo tener mucha fe”. ‘Yo le agregaría, amigo Marriaga, divulgar la palabra y practicar el bien al prójimo. Sé que muchos van a decir que el relato sobre la hermana evangélica pentecostal parece una leyenda urbana, les respondo con una cita de San Agustín, uno de los padres de la Iglesia del Medioevo: “Creo, aunque sea absurdo”.

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