La
sociedad capitalista se caracteriza por ser una estructura social y económica
de explotación, dividida en clases sociales que se enfrentan impulsadas por
profundos antagonismos, es pues el motor del mundo capitalista la lucha de
clases. En el capitalismo, los trabajadores venden su fuerza de trabajo a los
burgueses o propietarios de los medios de producción; la fuerza de trabajo se
convierte en una mercancía, la cual al ser vendida por los obreros no es
retribuida en su justo valor. Visto de manera sencilla, los obreros trabajan 8
horas diarias, pero solamente se les paga el valor de 3 y los burgueses,
grandes delincuentes del capital le roban 5, a esta expropiación de un trabajo
efectuado Carlos Marx le llama plusvalía.
En
la sociedad capitalista, los explotados no tienen ningún control sobre sus
vidas (alienación), su existencia la controlan las mercancías y los mecanismos
de dominación y sometimiento del mercado y del Estado burgués, instrumento de
opresión y represión que sólo sirve en última instancia para defender los
intereses de la oligarquía, los ricos explotadores, aplastar y sojuzgar a los
pobres y excluidos de siempre y generar burocracia y corrupción. He aquí las
razones por las cuales debemos destruir el Estado burgués y sustituirlo por el
Estado socialista, no basta con tener el gobierno.
La
televisión y demás medios controlados por los burgueses constituyen uno de los
cordones umbilicales del sistema capitalista, medios a través de los cuales
invaden el espacio vital y la mente del pueblo, divulgando por todas partes los
putrefactos y nauseabundos valores burgueses: el culto al único dios del capitalismo,
el vil dinero, los deseos ávidos de ganancia, el interés egoísta, el amor
propio, la traición, la indiferencia ante el dolor y sufrimiento del prójimo,
la mentira, la envidia, el sectarismo, el individualismo, la malevolencia, la
maledicencia, la cobardía, la violencia irracional, el desprecio a la vida,
entre otros.
No
olvidemos que el capitalismo se encuentra en su última fase, la imperialista,
por lo tanto, los imperialistas yanquis y sus secuaces realizan guerras
inmorales, cuyo impulso es la apropiación de las riquezas energéticas de los
pueblos Estos bandidos, sin ningún miramiento, aplican el genocidio o
aniquilamiento masivo de la población civil. Con la mayor impunidad bombardean
con sus aviones objetivos no militares: barrios, poblados y ciudades, sembrando
la muerte y la destrucción en los países invadidos, dejando una estela de
masacre y matanza de ancianos, mujeres y niños.
En
consecuencia, por una parte es necesario sustituir el modo de producción
capitalista por el socialista, lo que transformará la sociedad burguesa de
profundas desigualdades e injusticias en una sociedad de iguales condiciones
para todos, sin ricos ni pobres, en una estructura social donde desaparezca
para siempre la explotación del ser humano por sí mismo, donde haya una justa
distribución del ingreso, ya que como dijo el profesor Elías Eljuri: “No es
suficiente que tengamos un gobierno que aplique políticas con alto contenido
social, que en realidad gobierne para mejorar las condiciones de vida de los
pobres, excluidos y explotados; políticas esencialmente dirigidas al ser
humano, mientras el 25% de los más ricos se siguen apropiando del 47% del
ingreso nacional, por eso no podemos estar de ninguna manera satisfechos”.
Por
esta razón, La Patria Socialista debe estar básicamente sustentada en una
equitativa distribución de las riquezas para que impere la justicia social:
empleo, vivienda, buena alimentación, salud, educación, deporte; en síntesis
donde las condiciones materiales y espirituales de existencia generen el bienestar
de todos. Lo que sin lugar a dudas permitirá que las masas de explotados
obtengan su verdadera liberación; y por otra parte, es también necesario crear
un nuevo orden económico que establezca un equilibrio justo en las relaciones
entre las naciones, y por último cavar la tumba del capitalismo salvaje,
insaciable, cruel, guerrerista y bandolero.
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