miércoles, 15 de agosto de 2018

· ÉTICA Y POLÍTICA ·

Toda acción donde se pretenda que el fin justifique los medios es inmoral. A través de la historia de nuestra cultura occidental, se ha planteado el siguiente dilema: ¿Debe estar la política subordinada al ethos moral, o la ética debe estar al servicio incondicional de la política? De acuerdo a cómo los pensadores de una época determinada hayan resuelto este problema, o aún más, de acuerdo a cómo los dirigentes de una sociedad tomen partido y se decidan por una u otra posición, pensamos que se puede hablar de buenos o malos gobernantes.
Para Platón, la actividad política dirigida por la virtud de la sabiduría era el más alto valor. El supremo fin, la política, era también el supremo bien, la moral; sin embargo, fijada la suprema finalidad, no dudó este filósofo griego en admitir que para alcanzar la felicidad y el bienestar de la polis y los ciudadanos, los jefes de gobierno podían valerse de medios reprobables, y de hecho fue lo que sucedió en toda Grecia. Entre los romanos no estuvo ausente la idea que la actividad política debía estar regida por normas morales; pero esto fue sólo letra muerta, porque la praxis de gobierno de Roma se basó en la voluntad de dominio.
Durante la Edad Media, la Iglesia Católica predicaba que la ética, la cual estaba inseparablemente unida a la religión, debía regir a la política. La realidad siempre fue lo contrario, hasta el punto que el Papa San Gregorio VII en el siglo XI, en una carta dirigida al obispo de Metz, le decía: “¿Quién ignora que reinos y ducados tienen su origen primero en aquellos que, desconociendo a Dios, han luchado con ciega ambición e intolerable altanería para dominar a sus iguales, es decir a otros seres humanos, por medio del orgullo, de la rapiña, de la perfidia y del homicidio?”
Desde el Renacimiento hasta la sociedad capitalista, se ha impuesto el pensamiento de Nicolás Maquiavelo, en lo que se refiere a las aspiraciones de dominio y poder. Este pensador afirmó en su libro El Príncipe: “Son buenos los medios que permiten alcanzar los fines propuestos. El fin justifica los medios por inmorales que estos sean, cualquier medio es moralmente aceptable para que un príncipe alcance y mantenga el poder”. Según Maquiavelo, la moral del gobernante estaba subordinada a sus intereses particulares.
Ahora bien, pretendemos una estructura social de nuevo tipo, el Socialismo Bolivariano del siglo XXI, en el cual el principio que fije las relaciones entre las personas sea: que cada mujer u hombre constituyan un fin en sí mismos, y jamás deban convertirse en un medio para los fines de otros. De este precepto se desprende, que ninguno deberá estar sujeto personalmente a ciegas a otros individuos. Los líderes deben ser aquellos que, a los problemas de las masas, les den las respuestas acertadas que exige el momento histórico que viven. 
Queremos un mundo de justicia social y equitativa distribución de las riquezas, donde la política esté subordinada a la moral; como decía Santo Tomas de Aquino, el filósofo de la Escolástica en su libro De Regimene Principium: “Gobiernos rectos y justos son los que tienen como fin el bien común y no el interés particular”, y agreguemos: el interés de la burguesía y sus cipayos.

1 comentario:

  1. Donde dice en el último párrafo: la burguesía y sus cipayos, debe decir la burguesía proimperislista y sus cipayos, y la fecha del artículo está incorrecta, la correcta es 15 de agosto del 2016.

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