Por disciplina
cronicaria, recordaremos que Esteban González es un personaje notable de Amuay,
hijo de Antonio José Marín Brett y Juana Lucrecia González; sus abuelos fueron
Salustiano ‘Tano’ Díaz y Estelita González y sus hijos son Esteban José, Edwin José,
Egleida Josefina, Lucy Mercedes, Elesdy Josefina y Eric José. Tiene 16 nietos y
un bisnieto, Luis Eduardo.
“Mi primer empleo fue
pescando en cayuco a los 14 años y ayudando a tirar el chinchorro en la orilla;
en 1961 conseguí empleo en Correos de Venezuela como cartero y repartía cartas
y telegramas. Me resultaba duro cuando tenía que entregar telegramas que
anunciaban muerte. Como cartero trabajé 19 años, luego trabajé 20 años en la
refinería de Amuay con las contratistas Lancas, Rivaco, Encoma, Barfon y Vict,
la que estaba haciendo para Lagoven el muelle de coquer. Tengo solamente la
pensión del Seguro Social, ya que las contratistas no jubilaban, al terminar el
trabajo lo retiraban a uno. Mi mujer y yo estamos pensionados y vivimos de la
pensión, gracias al Comandante Hugo Chávez Frías”.
“Mi padre y mi abuelo
tuvieron bodegas, hubo una gran prosperidad de bodegas, negocios de aparejos de
pesca y tiendas de ropa en Amuay, y los propietarios eran Eduardo Marín,
Abraham Granadillo, Salustiano ‘Tano’ Díaz Irausquín, Francisco Chico Guevara,
Eduardo González, Gabriel Cuauro y Antonio Galicia, entre otros. Entre las
bodegas recuerdo la bodega Paraíso de Abraham Granadillo, la Bodega Del Pueblo
de Eduardo Marín, la Nueva Esparta de Francisco “Chien” Guevara, la de Antero Irausquín,
la de Salustiano “Tano” Díaz Irausquín, la de Andrés Corcino Sánchez, la de
Eloy Smith y la bodega de Víctor Laguna. Todos los trabajadores petroleros
sacábamos fiado en esas bodegas y pagábamos semanal”.
“Yo era el Presidente
de la Junta de Vecinos y organizaba las fiestas patronales de Amuay. En 1987
nos reunimos en la plaza y en dos busetas acompañamos a Henry Primera y a los
taquenses a solicitar la autonomía para el municipio. Digamos que soy uno de
los protagonistas de la separación del municipio del Distrito Falcón”. En Amuay
todos éramos urredistas, votábamos por Unión Republicana Democrática, el
partido de las tarjetas amarillas, por Jóvito Villalba, ya que nuestros padres
eran margariteños como él. El Dr. Villalba pasaba sus vacaciones en Amuay”.
“Profesor Muñoz
Freites, una historia extraña que me contó uno de mis tíos, que tenía un amigo
que se llamaba Luis Sánchez, quien era muy mujeriego: no podía ver una falda porque
se volvía loco. Él trabajaba con el finado Julio Díaz, y se paraba a las 2 am
de su chinchorro a lavar el pescado que se iba a salar (no había neveras ni
hielo), dormía en el patio y vio pasar una mujer hermosísima, y ni corto ni perezoso
Luis se le pegó atrás. La mujer cogió la orilla de la playa y se fue caminando
y él se le fue atrás”.
“Llegó al Rinconcito,
pero al llegar al Playón la mujer se devuelve; pero él no se dio cuenta que le
pasó por un lado; de pronto ve que la mujer va delante de él, de nuevo, y al
llegar a la playa donde está la Isleta, se quitó la ropa y quedó totalmente
desnuda. Luis corre y la alcanza e intenta agarrarla, la muchacha se le voltea
y no le ve los ojos sino dos huecos profundos, y él pierde la voz y cae
desmayado".
"En la mañana los hijos,
al notar que no aparece, lo buscaron en el Rinconcito, y uno de ellos ve un
bulto. Era su padre, desmayado en la orilla; desde esos tiempos este señor
quedó mudo y les agarró miedo a las mujeres, regresaba temprano a su casa. No
dejaba de tomar aguardiente, pero nunca más le fue infiel a su esposa”. El
cuento se lo escribió a un sobrino quien también le ponía los cuernos a su
mujer, y es común oírselo contar a los viejos pescadores de Amuay.
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