lunes, 20 de noviembre de 2017

· LA MAESTRA ROSMIRY (II) ·

      “Fui formada en Fe y Alegría con profesores que dejaron huellas y aprendizajes significativos, no solo de conocimiento sino de valores bien consolidados; estudié con los mismos compañeros de preescolar hasta noveno año, cuando tuve decidir si quedarme y ser Técnico Medio en Electricidad o Informática, y en realidad ninguna me gustaba. Así que mis padres deciden inscribirme en el Instituto Educativo Paraguaná, mi hermano estudiaba en la misma escuela”.
        “Ya a los 16 años sabía que me gustaba la psicología, salí becada por promedio y por atletismo en la Universidad del Zulia en Maracaibo, estaba feliz pues era mi sueño. Me gradué de bachiller con el quinto mejor promedio de toda la promoción, recibí honores de manos de mis padres, quienes orgullosos me entregaron una merecida medalla. Sin embargo, esa alegría se convirtió unos días después en tristeza, pues mis padres me dijeron que no podía estudiar en Maracaibo sola, ya que para ellos era una niña de 16 años y corría mucho peligro.”
        “Una prima me comentó que habían abierto una carrera nueva en el IUTIRLA Punto Fijo, fui a preguntar; por curiosidad pedí el pensum y pude observar que la mayoría de las materias estaban relacionadas con la psicología; me inscribí y comencé el primer semestre en Educación Integral. ¡Qué ironía! Tanto que le decía a mi madre que no me veía como ella, cuidando tantos niños en un salón, y menos escribiendo como ella lo hacía por las noches, cansada, y por cosas del destino me tocó estudiar lo mismo”.
        “A medida que fueron avanzando los días en la universidad, me iban llamando más la atención la carrera y un muchacho que estaba en el mismo semestre. Ese amor fue creciendo y me tocó formar la hermosa familia que hoy bendigo. Me casé con Simón Augusto Camilo Medina el 23 de mayo de 2009, ese mismo año nace nuestra primera hija el 28 de octubre, Camila Sol Sabina; después de casi 6 años nace nuestra segunda hija Camila Zoe Marina. Mis hijas son la mayor bendición de mi vida”.
        “Me gradué en el 2009 como TSU en Educación Integral en el IUTIRLA; en el 2010 ingreso como Docente de Aula en la Unidad Educativa Madre Cecilia en el municipio Los Taques, con niños y niñas de 4º grado que marcaron mi vida y me enseñaron el verdadero significado de la pedagogía. Es para mí un logro ver hoy en día a esos muchachos ya grandes y estudiosos. En Madre Cecilia aprendí mucho sobre el valor y el respeto por lo que se hace a diario, allí me enseñaron que hay que dejar los problemas en casa y recibir a los niños y niñas con una sonrisa, sin importar lo que esté pasando”.
        “Ese mismo año recibo mi cargo como Docente en el Núcleo Escolar Rural 216, ha sido una de las mayores bendiciones a nivel profesional. En el 2011 continué mis estudios en la UPEL, egresando en el 2014 como Profesora en Educación Integral. Inicié en la Escuela Bolivariana Cumujacoa, pequeña pero muy unida y querida, atendiendo 1º, 2º y 3er grado en un mismo espacio, por la poca matrícula; confieso sentí miedo y temor por no saber qué hacer, pero Dios es grande y me envió un ángel que me guió y orientó durante el poco tiempo que estuve”.

        “Recuerdo haber tenido un caso especial de una niña hermosa que había perdido a sus padres y me dio una lección de vida que siempre tendré presente. En ese entonces existía una empresa llamada Sumifalca, encargada de llevar alimentos a las escuelas y yo tenía la gran responsabilidad de ser enlace del Sistema de Alimentación; era impresionante ver como los niños y niñas caminaban tres veces durante la jornada, casi 300 metros desde el lugar prestado (iglesia evangélica) hasta la cocina, ya que para ese momento la escuela estaba en construcción; con ellos aprendí a comer de todo”.

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