“Fui formada en Fe y Alegría con profesores que dejaron
huellas y aprendizajes significativos, no solo de conocimiento sino de valores
bien consolidados; estudié con los mismos compañeros de preescolar hasta noveno
año, cuando tuve decidir si quedarme y ser Técnico Medio en Electricidad o Informática,
y en realidad ninguna me gustaba. Así que mis padres deciden inscribirme en el
Instituto Educativo Paraguaná, mi hermano estudiaba en la misma escuela”.
“Ya a los 16 años sabía que me gustaba
la psicología, salí becada por promedio y por atletismo en la Universidad del
Zulia en Maracaibo, estaba feliz pues era mi sueño. Me gradué de bachiller con
el quinto mejor promedio de toda la promoción, recibí honores de manos de mis
padres, quienes orgullosos me entregaron una merecida medalla. Sin embargo, esa
alegría se convirtió unos días después en tristeza, pues mis padres me dijeron
que no podía estudiar en Maracaibo sola, ya que para ellos era una niña de 16
años y corría mucho peligro.”
“Una prima me comentó que habían abierto
una carrera nueva en el IUTIRLA Punto Fijo, fui a preguntar; por curiosidad
pedí el pensum y pude observar que la mayoría de las materias estaban
relacionadas con la psicología; me inscribí y comencé el primer semestre en
Educación Integral. ¡Qué ironía! Tanto que le decía a mi madre que no me veía
como ella, cuidando tantos niños en un salón, y menos escribiendo como ella lo
hacía por las noches, cansada, y por cosas del destino me tocó estudiar lo mismo”.
“A medida que fueron avanzando los días
en la universidad, me iban llamando más la atención la carrera y un muchacho que
estaba en el mismo semestre. Ese amor fue creciendo y me tocó formar la hermosa
familia que hoy bendigo. Me casé con Simón Augusto Camilo Medina el 23 de mayo
de 2009, ese mismo año nace nuestra primera hija el 28 de octubre, Camila Sol
Sabina; después de casi 6 años nace nuestra segunda hija Camila Zoe Marina. Mis
hijas son la mayor bendición de mi vida”.
“Me gradué en el 2009 como TSU en
Educación Integral en el IUTIRLA; en el 2010 ingreso como Docente de Aula en la
Unidad Educativa Madre Cecilia en el municipio Los Taques, con niños y niñas de
4º grado que marcaron mi vida y me enseñaron el verdadero significado de la
pedagogía. Es para mí un logro ver hoy en día a esos muchachos ya grandes y
estudiosos. En Madre Cecilia aprendí mucho sobre el valor y el respeto por lo
que se hace a diario, allí me enseñaron que hay que dejar los problemas en casa
y recibir a los niños y niñas con una sonrisa, sin importar lo que esté pasando”.
“Ese mismo año recibo mi cargo como
Docente en el Núcleo Escolar Rural 216, ha sido una de las mayores bendiciones
a nivel profesional. En el 2011 continué mis estudios en la UPEL, egresando en
el 2014 como Profesora en Educación Integral. Inicié en la Escuela Bolivariana
Cumujacoa, pequeña pero muy unida y querida, atendiendo 1º, 2º y 3er grado en
un mismo espacio, por la poca matrícula; confieso sentí miedo y temor por no
saber qué hacer, pero Dios es grande y me envió un ángel que me guió y orientó
durante el poco tiempo que estuve”.
“Recuerdo haber tenido un caso especial
de una niña hermosa que había perdido a sus padres y me dio una lección de vida
que siempre tendré presente. En ese entonces existía una empresa llamada
Sumifalca, encargada de llevar alimentos a las escuelas y yo tenía la gran
responsabilidad de ser enlace del Sistema de Alimentación; era impresionante
ver como los niños y niñas caminaban tres veces durante la jornada, casi 300
metros desde el lugar prestado (iglesia evangélica) hasta la cocina, ya que
para ese momento la escuela estaba en construcción; con ellos aprendí a comer
de todo”.
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