Hace años, por la primera década de los
2000, estaba yo un sábado por la mañana muy temprano esperando que llegasen los
periódicos a la plaza Bolívar de Los Taques, cuando un taquense que estaba en
la misma espera se me acercó y me dijo:
“Profesor Muñoz Freites, tengo
entendido que su especialidad es la filosofía, ayer mi hijo Miguel me pidió que
le ayudase a realizar una investigación sobre ¿qué es el hombre?, tema que le indicó el
profesor Misael Sánchez. ¿Podría usted orientarme sobre cómo responder esa
pregunta, ya que la exposición de Miguelito es para el lunes, Dios mediante?”
“Amigo Lorenzo” le respondí entonces, “no
tengo ningún problema en orientarle, y lo haré a la manera kantiana de pensar. El
filósofo de la modernidad Emmanuel Kant define al ser humano a partir de 4 interrogantes:
¿de dónde venimos? ¿qué somos? ¿hacia dónde vamos? y ¿qué nos toca esperar de
la vida?”
A la pregunta ¿de dónde venimos? le
corresponde una respuesta que implica dos vertientes: en la primera, el homo
sapiens surge de la nada para volver a retornar a la nada. “Le toca vivir la
misión del relámpago, fulgurar un instante en las tinieblas para volverse a
perder en el vacío”.
Ahora bien, amigo Lorenzo, mi posición
es que venimos de todas partes y de ninguna a la vez, ya que no hay lugar en el
espacio donde no exista materia, y el universo no tiene principio ni fin. El
infinito se hace finito en nosotros, para luego volver a retornar al
inconmensurable infinito. Venimos de la totalidad y retornamos a ella. El
interrogante ¿qué somos? se resuelve como sigue: en cada época histórica se ha
buscado la esencia de los homínidos, lo que en última instancia hace que seamos
lo que somos, lo que permite que existamos como tal, por ejemplo, para
Aristóteles, en la Grecia Antigua el hombre era un animal racional, tenía
logos, podía pensar, su esencia estaba en ser una cosa pensante. Para el
cristianismo, la esencia de nuestra especie está en el espíritu, en el alma.
Esto es lo imperecedero, el principio vital que hace que el cuerpo sea. La mujer
y el hombre son una creación de Dios.
Para la concepción cientificista
actual, el ser humano es la forma de materia más altamente organizada que
existe sobre el planeta Tierra, que tiene conciencia de sí misma, lo que le
permite comprender su papel como ente transformador de la naturaleza en función
de su propio beneficio. El homo sapiens es un ser transformador de la realidad
y de sí mismo. Somos mortales e inmortales a un tiempo, somos semidioses; cada
uno de nosotros está hecho a imagen de la época que le toca vivir. Morimos,
tenemos término, pero seguimos existiendo como especie a través de nuestros
descendientes. Y por otra parte, nuestra alma inmortal seguirá existiendo
después de la muerte.
¿Hacia dónde vamos? La finalidad y
propósito último se desconocen, pero si conocemos la finalidad inmediata,
integrada por la existencia cotidiana y el acontecer histórico. Todos queremos
un mundo de paz donde lo esencial sea que se satisfagan las necesidades
espirituales y materiales de los homínidos.
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