Me decía el pastor Luis Marriaga -quien vino a orar por mi salud a mi casa en Jayana, el 21-01-2018-: “Estimado cronista Muñoz Freites, sea usted bendecido por la sangre de Cristo. El Señor me inspira hoy a hablarle del niño José Luis Núñez Catarí, para la gloria de Dios y para que todos conozcamos que siempre, con cada una de sus criaturas, el Todopoderoso tiene un propósito, aunque a veces no entendamos sus designios; allá en los comienzos de los años 2000, mi edad era apenas de 14 años cuando atravesé unos de los procesos más impactantes de mi vida”.
Prosigue el pastor: “Desde que tengo uso de razón soy hijo de pastor y crecí vinculado estrechamente a una iglesia cristiana evangélica pentecostal, en la que me formé como seguidor de Cristo, pero no fue sino cuando conocí al niño José Luis Núñez Catarí que se despertó en mí una pasión por el Nazareno Redentor Jesucristo. José Luis era un niño de aproximadamente 9 años, pero sufría de una enfermedad terminal, lo que nunca fue impedimento para que él desarrollara el don de cantar en la Iglesia y en cualquier parte”.
“Tengo recuerdos borrosos de él cantando, pero cuando él alababa y hablaba de Dios todo el mundo tenía que ver con ello. La presencia de Jesucristo se sentía, y el pequeño José Luis vislumbraba un futuro increíble. En lo personal, el ministerio de este niño hizo que se creara admiración hacia él. Era impresionante que, a pesar de su edad y enfermedad, tuviera un ánimo y pasión por las cosas de Dios dignas de servir de norte y modelo para todos los que allí nos congregábamos”.
“Señor Cronista, la parte difícil de esta historia fue que estuve en aquel hospital del estado Zulia donde lo ingresaron cuando se agravó su estado, y luego nos dieron la trágica noticia que José Luis Núñez Catarí había muerto. En ese momento, no entendía para nada lo que sucedía, yo también era un niño y digerir que aquel gran ministerio que tenía ese ángel inspirador llamado José Luis había llegado a su fin se me hizo muy difícil. No fue sino después del entierro, cuando vi llorar encima de su tumba a su mamá (la hermana Anyela), que entendí que todo había terminado, pero al arribar a mi casa reaccioné y como que mis pensamientos fueran tomados por Dios, empecé a meditar y me dije: ‘Tantas personas malas que existen y ¿por qué sucedió esto con este muchacho?’ Entonces Dios me susurró al oído que lo que José Luis Núñez Catarí no podría hacer, ahora me tocaba a mí hacerlo”.
“En otras palabras, señor Cronista, la responsabilidad de aquel futuro que debió acontecer con José Luis recaía ahora sobre mis hombros, por lo que me apasioné por Jesucristo de tal manera que se puede decir que, desde ese momento, empecé a dar mis primeros pasos como líder en mi iglesia, y fue lo que posteriormente me llevó a asumir el llamado para ser pastor. Hoy en día recuerdo a José Luis, aquel niño indetenible, y me inspiro a seguir andando por su camino, y su legado lo llevaré siempre en lo que piense, hable o haga como pastor y guía de almas mientras viva en este mundo, ya que yo me inspiro en Cristo benefactor, quien afirmó: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo’ ”.
Sí, hermano pastor, lo importante es tener fe en Dios Misericordioso, practicar el bien ayudando a los más necesitados, pero por sobre todas las cosas tener al Salvador Cristo en nuestros corazones, y compartir y multiplicar el pan y los pescados, como lo hizo Dios hecho carne cuando predicó el Sermón de la Montaña a los más pobres, que lo seguían. Sean bendecidos por el Mesías todos los que buscan la paz.
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