lunes, 11 de febrero de 2019

· CARLOS JOSÉ GARCIA LEIVA ·



     
Esta crónica la escribo desde El Tigre, estado Anzoátegui, donde tuve que ir a causa del fallecimiento del pariente, Carlos José García Leiva -que en paz descanse-, esposo de Fanny Coromoto Mejías Borges de Garcia, sobrina Rosa Borges quien desde hace muchos años vive en Jayana, municipio Los Taques, Falcón. A Carliño -como cariñosamente le conocían sus familiares y amistades- le dimos cristiana sepultura el 6-02-2019, en el cementerio municipal de esta ciudad. Carlos José nació en Porlamar el 20-06-1968, y era hijo de Doña Marina Leiva de García y Don Carlos Román García (difunto). En vida tuvo 7 hermanos, 3 varones y 4 hembras: Bartolomé, Marlenys, Nancy, Ruth, Alexander, Cesar y Marlín; 2 hijos: Carlos Ramón y Carla Carolina, y un nieto, Carlos José.

La parca inexorable acecha a los mortales, con la finalidad de cortarles el hilo de la vida; nadie escapa de la guadaña de la Santa Muerte. Lamentamos bastante cuando fallece un ser humano de tan buenos sentimientos, quien amaba a su madre, padre, hijos, nieto, esposa, hermanos y sobrinos de manera incondicional y con genuina pasión. A través de esta crónica les hago llegar mi sentido pésame, y les digo que no están solos en su dolor, ya que observé el nutrido grupo de amigos y amigas que sienten tan irreparable pérdida.

Me dijo su hija Carla: “Mi padre siempre estuvo pendiente de nosotros, nos quiso muchísimo, en extremo; era un hombre alegre, parrandero y chistoso; le gustaban las fiestas, tomar sus cervecitas y hacerle bromas a las invitadas, les decía por ejemplo: ‘Estás como Giya, buena moza de cara como de cosa’. Acostumbraba a ponerle apodos a sus amigos y familiares: Cara de Pitillo, Cachetera, Chupetera, Vangelita, Traga Leche, Rodilla de Vaca, Zamuro Coqueto, Cabeza de Plato, Templadita, Vecina Chismosa y Mama Cuca, entre otros, sacados de su jocosidad”. “Nárrame Carla una anécdota de tu padre”. “Bueno, tío… Cuenta mi mamá que mi papá le ayudaba en los quehaceres del hogar, pero no le gustaba para nada cambiarme el pañal; en aquellos tiempos de apenas 17 meses de casados, pasaban por una situación difícil y ella tenía que trabajar. Un sábado, la señora que me cuidaba tuvo que ausentarse, y mi madre me dejó con él. Resulta que me acostó en una hamaca y se fue a prepararme el tetero, y cuando regresó yo estaba sin el pañal, cubierta de pupú de pies a cabeza… mi padre no sabía qué hacer, y sencillamente tomó una manguera y me roció con agua con la mayor delicadeza posible, hasta dejarme reluciente de limpieza”.
“Tío, ese gran amor que nos tuvo lo impulsaba siempre a trabajar duro y de manera responsable; que yo recuerde nunca dejó de cumplir en la fecha indicada con los trabajos de herrería, soldadura y mecánica que le encargaban; decía siempre: ‘Tengo que cumplir a tiempo los encargos de los clientes, mis hijos y Coro -como llamaba a su adorada esposa- estudian, visten y comen todos los días’. Mi padre también quería sobremanera a mis abuelos paternos, fue un excelente hijo”. 
“Mi papá era el modelo del venezolano típico y ejemplar: honrado, solidario, caritativo y bondadoso como ninguno, con los más necesitados; a sus clientes les cobraba el precio justo y razonable, nunca especuló a nadie, todo el mundo salía satisfecho de su taller, el cual tenía en el patio de nuestra casa. Sus trabajos eran garantizados y de calidad.”
Su hijo Carlos Ramón me narró: “Tío, mi padre era una persona muy sociable, amigo de los amigos; era muy alegre y jocoso. Recuerdo que  de niño yo fui muy tremendo, muy hiperactivo, él nunca me pegó pero sí me regañaba fuerte. En la noche o cuando se tomaba unos tragos se ponía a llorar por la forma en que me reprendía. En realidad, yo en esos momentos no entendía a papá, pero ahora que soy padre lo entiendo”.
“Mi papá murió de cáncer. Hace 3 años le extrajeron unos tumores, y en diciembre del 2018 le diagnosticaron metástasis en el cerebro. Él soportó su enfermedad con mucha valentía y fortaleza, a pesar de que los dolores eran fortísimos. A su velorio vino un sacerdote porque él era católico, pero luego también asistieron a orar unos cristianos evangélicos, ya que él tenía amistades de ese credo. Él era de oposición, pero a su entierro asistieron sus amigos chavistas. En ese momento comprendí que todos los venezolanos somos hermanos e hijos de Dios y debemos buscar la paz, la tranquilidad, el diálogo y entendimiento”. 

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