Pienso que,
en estos tiempos de exacerbada práctica política, es de suma importancia hacer
una crónica del pensamiento del filósofo Juan Jacobo Rousseau, quien nació en Ginebra,
Suiza, el 28-06-1712 y falleció en Ermenonville, Francia, el 2-06-1778. He aquí
el gran dilema que nos plantea, ¿es la sociedad un constructo del individuo? o
¿es el individuo un constructo de la sociedad? El Libertador Simón Bolívar fue
un concienzudo lector de Rousseau, y en el pensamiento vivo del Comandante Hugo
Chávez Frías se percibe también la influencia del pensador ginebrino.
En sus
obras, El Discurso sobre la Desigualdad entre Los Hombres (1750) y Las Cartas
Sobre Los Espectáculos (1758), ataca la desigualdad y los vicios de la
sociedad. Después de haber destruido, edifica; trata en La Nueva Eloísa (1761)
de reformar las costumbres domésticas, y en El Emilio (1762) de modificar la
educación para ponerle remedio a los males sociales. Finalmente, en El Contrato
Social (1762), intenta echar los cimientos del derecho político de los pueblos.
Siempre y
en todas partes, con la misma vehemencia de un corazón caldeado por los
sentimientos, sostiene su gran principio: alejar al hombre, en cuanto sea
posible, de todas las cosas instituidas y llevarle de nuevo a la naturaleza.
Rousseau había intentado rehacer al ser humano. Después probó a darle un fundamento
a los pueblos.
El
Contrato Social es la más importante de sus obras. ¿Qué es -dice “el filósofo
de la imaginación desordenada”- lo que hace que el Estado sea uno? La unión de
sus miembros. ¿Y de dónde procede la unión de sus miembros? De la obligación
que los liga. ¿Y cuál es el fundamento de esta obligación? ¿Acaso el derecho
del más fuerte? El poder físico no crea el derecho, y no estamos obligados en
consecuencia a entregar la bolsa al bandolero que en cualquier rincón nos
apunte con una pistola. ¿Será el derecho divino? No. ¿Por qué querría Dios que
se prefiera tal gobierno a otro, y que se obedezca a Juan mejor que a Pedro?
¿Será el derecho de esclavitud? No hay nada más absurdo que enajenar la
libertad, aún a cambio de la propia tranquilidad, como aquellos griegos
encerrados en el antro del Cíclope, que esperaban a que les llegase el turno de
ser devorados.
Las
convenciones, los acuerdos son, pues, la base de toda autoridad legítima, y el
verdadero fundamento de la sociedad civil es el contrato social. En virtud de
este contrato se forma una asociación que defiende y protege con toda la fuerza
común la vida de las personas y los bienes de cada asociado, por lo que cada
cual, al unirse a todos, no obedece, sin embargo, más que a sí mismo, y queda
tan libre como antes. Cada quien pone en común todo su poder bajo la suprema
dirección de la voluntad general, y así surge un cuerpo colectivo que
representa a la sociedad.
Este
cuerpo político es el Estado, y los miembros de este ente, que toman
colectivamente el nombre de pueblo, se llaman en particular ciudadanos como
participantes de la autoridad soberana. La soberanía, la voluntad general, es
indivisible, inalienable, infalible y siempre justa. Actúa la voluntad general
por medio de leyes, y esta es la que le da legalidad a una acción.
Los
pueblos hacen sus propias leyes, y a la vez las derogan cuando estas atentan
contra su existencia. La ley es, pues, una declaración pública y solemne de la
voluntad popular sobre un objeto de interés común; y pierde toda fuerza y deja
de ser ley si este objeto no importa a la mayoría; aún más, si este objeto en
vez de beneficiar al colectivo, le perjudica.
Nunca la
ley puede estar por encima de los intereses del Bien común. Por esto, cuando
una constitución no satisface el interés de la voluntad general, debe ser
sustituida por otra. Pero el Estado necesita un agente adecuado que ejecute la
soberanía, otro poder que reduzca la ley a actos particulares. Este artefacto
es el Gobierno o Cuerpo Ejecutivo. Los depositarios del Poder Ejecutivo son los
oficiales del pueblo y no sus amos; éste puede sustituirlos cuando lo desee, si
estos no ejecutan la voluntad popular sino sus propios intereses personales.
Sinceramente y de antemano para mí es muy gratificante saber y conocer más sobre este tema con todo lo relacionado con la salud del ser humano y gracias a Dios podemos poner en práctica y uso todos estos conocimientos para una buena causa... MUCHAS GRACIAS Y BENDICIONES PARA TODOS.
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