“Me
llamo Nercymar Martínez Duarte y nací en Barcelona el 16-09-2001, soy la consentida
de mi padre Néstor Martínez; mi madre Yuleidy también me quiere mucho, lo sé
porque se preocupa por mí. Mis hermanos se llaman Danubis, Néstor Daniel y
Gabriel. Mi papá es un hombre muy trabajador, se va a su empleo en la madrugada
a hacer guardias, y toda la noche está despierto en la empresa embotelladora de
cerveza. Debería trabajar 8 horas, como dice la Ley (Orgánica del Trabajo),
pero por el bienestar y felicidad de su familia hace horas extras, que le pagan
doble; lo malo es que no descansa, pero va al gimnasio. A mi padre la empresa
donde labora le brinda seguro de hospitalización y cirugía.”
“Cerca
de mi casa hay un CDI donde atienden gratis, tiene todos los servicios y dan
las medicinas; allí pasan consulta de ginecología, pediatría, medicina interna,
química sanguínea y cirugía médicos venezolanos y cubanos. Un familiar tuvo un
accidente de tránsito, y en una clínica privada la operación salía por 1200
millones BsS, y en el CDI de Campo Claro no pagó nada”.
“Todo
está muy caro, recibimos los bonos que decretó el Presidente Maduro y sin embargo
no alcanza; aquí en mi casa comen mis tías, mi papá, mi mamá, sobrinos, primos
y abuelos y todo el que lo necesite. Mi mamá es una mujer muy caritativa y de
buen corazón, siempre dice: ‘Donde come uno, comen 100’, y como buenos
cristianos compartimos también el plato de comida con las amigas que me
visitan”.
“Dicen
que con la eliminación de los 5 ceros de la moneda y el anclaje del bolívar
soberano al petro se revalorizará el dinero, y de aquí a diciembre bajarán los
precios de los productos de primera necesidad. Yo siempre he estudiado en
escuelas públicas, en la actualidad curso el 4° año de bachillerato y nunca he
tenido que pagar nada, en Venezuela la educación es gratuita hasta nivel universitario,
además el Gobierno nos regaló una Tablet, que mejora muchísimo el rendimiento
estudiantil. Mi abuela Rosa dice que yo soy una joven muy inteligente, pero
debo olvidarme de las fiestas y estudiar más; prometo que este próximo año lo
haré así”.
“Este
país es nuestro, de los jóvenes y de las generaciones futuras, mi norte en este
momento debe ser aprender, hacerme profesional; deseo ser ingeniera, hablar
otros idiomas; los estudiantes también recibiremos un bono por el regreso a
clases. Mis profesores a cada momento explican que se debe aprender a cultivar
la tierra, estoy ansiosa que se reinicie el año escolar, espero que implementen
un curso de siembra, cultivo y cría de animales”.
“Pienso
que el país debe industrializarse, Venezuela es una nación privilegiada, es la
primera reserva de petróleo del mundo, tenemos oro, diamantes, hierro, coltán -que
es el material con que se hacen las baterías de los celulares-, uno de mis
profesores dice que poseemos en abundancia el recurso más preciado del planeta,
el agua dulce, que hay en los llanos abundantes cabezas de ganado vacuno, que
nuestro país tiene mares y ríos con muchos peces; que al fin y al cabo, el
gobierno de los EEUU llegará a un acuerdo con nuestro gobierno bolivariano,
porque es menos costoso para ellos comprar nuestro petróleo, ya que los buques
cargueros desde nuestras costas solo tardan 4 días en llegar a Norteamérica, y
que la República Bolivariana de Venezuela no será nunca bombardeada ni invadida
por ellos, ya que necesitan en funcionamiento nuestras refinerías, es cuestión
de sentarse a conversar y concertar sin comprometer para nada nuestra soberanía
nacional.”
“Extraer
los gringos el petróleo a través del método del fracking les resulta también
costosísimo y contaminan el ambiente y atentan contra la biodiversidad. Los
hermanos de los países suramericanos no deben practicar la xenofobia contra los
venezolanos, olvidan que aquí hay 6.500.000 colombianos, peruanos y
ecuatorianos que conviven en sana paz con nosotros y se benefician de la
medicina y la educación gratis; aprovecho esta crónica para decirle al Presidente
de Colombia que no nos ataque; conmigo estudian muchas amigas colombianas y yo
las quiero y aprecio mucho.”
“Una historia extraña me la contó mi difunta
bisabuela ‘La Chocha’; me dijo que todas las casas construidas en el callejón Cajigal
están sobre el terreno de un cementerio, de noche he visto visajes en mi
cuarto, pero como ferviente devota rezo y dejan de espantarme”.
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