sábado, 10 de agosto de 2019

· FILEMON PALACIOS, UN HOMBRE SABIO ·


Ayer 09-08-2019 recibí la visita en la casa donde me encuentro alojado, en Barcelona, de don Filemón Palacio, quien vino con su honorable esposa la señora Eulalia María Millán y una de sus hijas, de nombre Dean. No los conocía hasta la fecha, se enteraron por un vecino que sé leer las cartas del Tarot, y sin pensarlo dos veces, después de las presentaciones de rigor, procedí a leérselas. En realidad este antiguo arte lo aprendí de una gitana, en una oportunidad cuando estudiaba en Italia y visité a unos parientes en la ciudad de Palermo. Mi bisabuela Julia Aniceta García Santori -que en paz descanse- era siciliana, hija de un hombre de honor y respeto de esas tierras allende el océano. Las lecturas del tarot tienen sus reglas muy estrictas, tan estrictas como la Omertá, ley del silencio de la mafia siciliana. O como el secreto de confesión que debe guardar un genuino sacerdote católico. Por esta razón no voy a mencionar para nada lo que le dije a este honorable y sabio venezolano.
Le pregunté a don Filemón que si le gustaría que yo le hiciera una crónica, y gustoso me respondió que sí. “Bien, ¿dónde y en qué fecha nació usted, mi don?” “Yo nací, catire, en Tacarigua de Mamporal, estado Miranda, el 18-02-1945, y me casé con Eulalia en la Prefectura de Barcelona. Desde muy pequeño me tuve que dedicar a trabajar para ayudar a mi familia, yo fui un agricultor dedicado siempre a las faenas del campo, específicamente a cultivar cacao y a consignarlo. Soy un hombre de mina y tambor, desde pequeño aprendí a tocar estos instrumentos y a bailarle a San Juan Bautista Guaritoto Cabeza Pelá, el santo de nosotros los negros, los 24 de junio”.
“Mi gran amor son mi esposa, mis hijas, hijos y nietos, yo siempre le he sido fiel a mi mujer, aunque ella diga que no. Mis padres se llamaban Matías Palacios y Andrea Avelina Palacios -ellos eran primos hermanos-, mis abuelos paternos fueron Tomasa Palacios y Prudencio Machado; mi abuela materna fue Luisa Demetria Palacios; mis hermanos se llaman Martín, Carloaba, Pedro, Manuela, Juana y Marlene, tengo 5  hijos -la mayor no es de mi esposa y se llama Jarol Dean-, Dean Yexule, Dean, Filmary y Raydean; tengo 4 nietos, Ferson, Raffi, Sheily y Muusli. Mis amigos resultaron muy malas personas, yo les brindaba cervezas y cuando me enfermé se olvidaron totalmente de mí”.
Don Filemón Palacios es una persona de mucha chispa, ocurrencia, inteligencia y sabiduría popular, quien siempre tiene una respuesta oportuna. Le pregunté: “¿Don Palacios, conoce usted el municipio Los Taques en Paraguaná?” “No, yo nunca he emprendido camino hacia Occidente, pero de esas tierras ahora lo conozco a usted, primo.” “¿Me podría usted narrar una historia extraña que le haya ocurrido cuando trabajaba en el monte?”
“Sí, resulta que mi papá tenía un vega donde cosechábamos plátanos; un día me dijo: ‘Filemón ve a buscar un racimo de plátanos verdes, que tu mamá va a cocinar sancocho de gallina’. Llegué como a las 10 am, corté el racimo, pero al regresar de la veguita me perdieron el camino, no encontraba el sendero que desde muy muchacho recorría todos los días, ya me había cansado de dar varias vueltas y volver  al mismo sitio, me detuve, le recé con mucha fe a Dios quien es Grande y Todopoderoso y sin ton ni son encontré el camino”.
“¿Qué opina del bloqueo y de la crisis económica?” “Mis abuelos eran adecos y mi padre y yo copeyanos, por el pueblo llegaban los compañeros de partido nos daban cervezas y planchas de zinc y nos llevaban a votar, luego no volvían más y uno siempre en la pobreza, hoy las cosas han cambiado, uno participa, el Gobierno está pendiente de las familias pobres y les da ayudas y vacunas para los niños, y los mayores recibimos nuestras pensiones, impedir que nos lleguen las cajas y las bolsas de comida del CLAP es criminal, pero la solución es que la gente se aplique a cultivar la tierra y criar sus animalitos”.
“Yo quiero aprovechar la ocasión para decirle al rubio del norte que nosotros los venezolanos lo que deseamos es vivir tranquilos, y que deje a Venezuela en paz. Catire, ya basta de charla, usted si es preguntón, usted no es policía ni yo soy testigo ocular de ningún crimen, yo todavía me paro en lo seco y me resbalo en lo mojado, si este país no tuviera petróleo los gringos no estuviesen como zancudos molestando.
A mí, después de viejo se me comenzó a subir la tensión, los medicamentos están carísimos, me dicen que el Presidente Maduro nos los manda a regalar, pero los remedios que yo tomo, el Losartan y Cardesartan están carísimos. Ya no puedo comprarlos y me la paso con fuertes dolores de cabeza, también siento un dolorcito en el pecho y me canso al caminar. Por el bien de todos le ruego a Dios y a la Virgen del Carmen que los políticos dialoguen y lleguen a acuerdos que beneficien al pueblo, ya que en este país cabemos todos. Yo fui amigo del Dr. Rafael Caldera, él llegaba a mi casa, yo voté por él cuando fue apoyado por la gente de Convergencia y el chiripero de izquierda”.
“Dios es Grande y Todopoderoso y protege a Venezuela. Él dice ‘si se remontan como las águilas y en las estrellas hacen sus nidos de allá los derribaré.” Don Filemón me dijo que él era amigo de Eloy Torres (quien estuvo preso en la isla de Burro, en el centro del lago de Valencia, en el año 63, y falleció en 2006); le pregunté que si se había tomado unas cervezas con él. Me respondió “Yo no fui guerrillero como él. En la actualidad, Eloy escribe en los periódicos y afirma, ‘la mejor misión de un gobernante es evitarle a su país una desgracia. Catire, no vaya a poner cosas que yo no he dicho”. “Por supuesto, Don Filemón”.

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