Ayer
09-08-2019 recibí la visita en la casa donde me encuentro alojado, en
Barcelona, de don Filemón Palacio, quien vino con su honorable esposa la señora
Eulalia María Millán y una de sus hijas, de nombre Dean. No los conocía hasta
la fecha, se enteraron por un vecino que sé leer las cartas del Tarot, y sin
pensarlo dos veces, después de las presentaciones de rigor, procedí a
leérselas. En realidad este antiguo arte lo aprendí de una gitana, en una
oportunidad cuando estudiaba en Italia y visité a unos parientes en la ciudad
de Palermo. Mi bisabuela Julia Aniceta García Santori -que en paz descanse- era
siciliana, hija de un hombre de honor y respeto de esas tierras allende el océano.
Las lecturas del tarot tienen sus reglas muy estrictas, tan estrictas como la Omertá,
ley del silencio de la mafia siciliana. O como el secreto de confesión que debe
guardar un genuino sacerdote católico. Por esta razón no voy a mencionar para
nada lo que le dije a este honorable y sabio venezolano.
Le
pregunté a don Filemón que si le gustaría que yo le hiciera una crónica, y
gustoso me respondió que sí. “Bien, ¿dónde y en qué fecha nació usted, mi don?”
“Yo nací, catire, en Tacarigua de Mamporal, estado Miranda, el 18-02-1945, y me
casé con Eulalia en la Prefectura de Barcelona. Desde muy pequeño me tuve que
dedicar a trabajar para ayudar a mi familia, yo fui un agricultor dedicado
siempre a las faenas del campo, específicamente a cultivar cacao y a
consignarlo. Soy un hombre de mina y tambor, desde pequeño aprendí a tocar
estos instrumentos y a bailarle a San Juan Bautista Guaritoto Cabeza Pelá, el
santo de nosotros los negros, los 24 de junio”.
“Mi
gran amor son mi esposa, mis hijas, hijos y nietos, yo siempre le he sido fiel
a mi mujer, aunque ella diga que no. Mis padres se llamaban Matías Palacios y Andrea
Avelina Palacios -ellos eran primos hermanos-, mis abuelos paternos fueron
Tomasa Palacios y Prudencio Machado; mi abuela materna fue Luisa Demetria
Palacios; mis hermanos se llaman Martín, Carloaba, Pedro, Manuela, Juana y
Marlene, tengo 5 hijos -la mayor no es
de mi esposa y se llama Jarol Dean-, Dean Yexule, Dean, Filmary y Raydean;
tengo 4 nietos, Ferson, Raffi, Sheily y Muusli. Mis amigos resultaron muy malas
personas, yo les brindaba cervezas y cuando me enfermé se olvidaron totalmente
de mí”.
Don
Filemón Palacios es una persona de mucha chispa, ocurrencia, inteligencia y
sabiduría popular, quien siempre tiene una respuesta oportuna. Le pregunté: “¿Don
Palacios, conoce usted el municipio Los Taques en Paraguaná?” “No, yo nunca he
emprendido camino hacia Occidente, pero de esas tierras ahora lo conozco a
usted, primo.” “¿Me podría usted narrar una historia extraña que le haya
ocurrido cuando trabajaba en el monte?”
“Sí,
resulta que mi papá tenía un vega donde cosechábamos plátanos; un día me dijo:
‘Filemón ve a buscar un racimo de plátanos verdes, que tu mamá va a cocinar sancocho
de gallina’. Llegué como a las 10 am, corté el racimo, pero al regresar de la
veguita me perdieron el camino, no encontraba el sendero que desde muy muchacho
recorría todos los días, ya me había cansado de dar varias vueltas y volver al mismo sitio, me detuve, le recé con mucha
fe a Dios quien es Grande y Todopoderoso y sin ton ni son encontré el camino”.
“¿Qué
opina del bloqueo y de la crisis económica?” “Mis abuelos eran adecos y mi
padre y yo copeyanos, por el pueblo llegaban los compañeros de partido nos
daban cervezas y planchas de zinc y nos llevaban a votar, luego no volvían más
y uno siempre en la pobreza, hoy las cosas han cambiado, uno participa, el
Gobierno está pendiente de las familias pobres y les da ayudas y vacunas para
los niños, y los mayores recibimos nuestras pensiones, impedir que nos lleguen
las cajas y las bolsas de comida del CLAP es criminal, pero la solución es que
la gente se aplique a cultivar la tierra y criar sus animalitos”.
“Yo
quiero aprovechar la ocasión para decirle al rubio del norte que nosotros los
venezolanos lo que deseamos es vivir tranquilos, y que deje a Venezuela en paz.
Catire, ya basta de charla, usted si es preguntón, usted no es policía ni yo
soy testigo ocular de ningún crimen, yo todavía me paro en lo seco y me resbalo
en lo mojado, si este país no tuviera petróleo los gringos no estuviesen como
zancudos molestando.
A mí,
después de viejo se me comenzó a subir la tensión, los medicamentos están
carísimos, me dicen que el Presidente Maduro nos los manda a regalar, pero los
remedios que yo tomo, el Losartan y Cardesartan están carísimos. Ya no puedo
comprarlos y me la paso con fuertes dolores de cabeza, también siento un
dolorcito en el pecho y me canso al caminar. Por el bien de todos le ruego a
Dios y a la Virgen del Carmen que los políticos dialoguen y lleguen a acuerdos
que beneficien al pueblo, ya que en este país cabemos todos. Yo fui amigo del Dr.
Rafael Caldera, él llegaba a mi casa, yo voté por él cuando fue apoyado por la
gente de Convergencia y el chiripero de izquierda”.
“Dios
es Grande y Todopoderoso y protege a Venezuela. Él dice ‘si se remontan como
las águilas y en las estrellas hacen sus nidos de allá los derribaré.” Don Filemón
me dijo que él era amigo de Eloy Torres (quien estuvo preso en la isla de Burro,
en el centro del lago de Valencia, en el año 63, y falleció en 2006); le pregunté que si se había
tomado unas cervezas con él. Me respondió “Yo no fui guerrillero como él. En la
actualidad, Eloy escribe en los periódicos y afirma, ‘la mejor misión de un
gobernante es evitarle a su país una desgracia. Catire, no vaya a poner cosas
que yo no he dicho”. “Por supuesto, Don Filemón”.
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