domingo, 4 de diciembre de 2016

· CAMIONETA (II) ·

   En la Crónica “Camioneta” fue poco lo que escribí sobre la vida de Emilio Rafael Salazar Díaz, ‘amuayero’, como a los pobladores de Amuay les gusta que se les llame, pues me centré en un episodio de su vida, la inundación de este poblado entre finales del 11-2010 y del 02-2011; nació en el sector Yauma, que antes se conocía como La Botija. En Amuay había tres sectores: La Botija, Centro y La Puntica, éste último en 1950 era el más poblado, y allí vivía la mayoría de los pescadores y margariteños que llegaron en 1940.
   Relata que su padre Vicente Emilio Salazar llegó en 1945 a La Botija y se casó con su madre Rosa Isabel Díaz en 1952. Y ella parió a Emilio, José, Luis y Luisa, y luego se unió con Alejandro Narváez, y nacieron Eulalia, Aida, Carmen Emilia, Rosa Elena y Zoleida, todas de apellidos Narváez Díaz.
   “Señor Emilio Rafael ¿por qué le decían Camioneta?” “Ese sobrenombre me lo pusieron cuando yo jugaba pelota los jugadores que integraban el equipo de Amuay, porque en muchas ocasiones yo llega al terreno de juego en una camioneta de la Guardia Nacional que era alta y grande, ya que unos guardias quienes eran mis amigos me daban la cola, y hasta la fecha todo el mundo me conoce por ese apodo”.
   “Con mi mujer Betty González procreé una hija que se llama Karielmy del Valle Salazar González, tiene 20 años y está estudiando Administración de Aduana. Yo estudié en el Colegio Mario Briceño Iragorry, saqué el 6° grado en 1966, en julio se cumplieron 50 años y me parece que fue hace poquito, ya que el recuerdo permanece clarito en mi mente. Antes no había preescolar, uno ingresaba directamente a los 7 años a la escuela; las primeras letras me las enseñó la señora Nieves de Díaz en su casa donde le daba clase a un grupo de niños. La escuela se inauguró en diciembre de 1950 y vino a su inauguración el Dr. Pedro Luis Bracho Navarrete, quien era para aquel entonces el gobernador. La primera directora del Grupo Escolar fue Petra Ramona Irausquín de Falcón (la maestra Nona) a quien luego trasladaron a Los Taques”.
   “Mi primer trabajo, y dígalo pasando realmente trabajo por lo fuerte que me resultó echar pico y pala, fue con el señor Alberto Díaz; yo era su ayudante y hacía los huecos de las fundaciones de las primeras viviendas rurales de Amuay en 1970, después trabajé con la empresa Flúor y con varias contratistas, me recuerdo de Encoma, Hafran, Sifca (que hacía mantenimiento), laboré también en la Petroquímica y por último con la empresa Quintoca, el año pasado”. “Mi tio Ricardo Irausquín, que en paz descanse, trabajaba para Tomás Salazar, y resulta que al Dr. Jóvito Villalba, quien era margariteño, le gustaba venir a pasar vacaciones a Amuay, pero lo habían invitado al pueblo esta vez porque andaba en campaña electoral, si mal no recuerdo era el año 1963”.
    “Él frecuentaba la ranchería del señor Tomás, quien poseía unos cuantos barcos. Manuel Longas con unos tragos encima se volvía muy ocurrente y salido, y se puso hablar con Jóvito Villalba como si lo conociera de toda la vida. El Dr. Villalba le preguntó: ‘Paisano ¿qué quiere para su pueblo de llegar yo a ser Presidente?’ Y le respondió jocosamente: ‘Que pusiera una tubería directa de la cervecería a Amuay’. Jóvito le respondió: ‘Pero paisano, si Amuay no tiene luz ni agua’. Manuel le contestó: ‘Es más posible la tubería de cerveza que ustedes los políticos le pongan el agua y la electrificación a este pueblo”.

    “Mi abuela Pastora Díaz y mis tías Eulogia, Cecilia, Encarnación y Concepción tenían un corral de cabras en la esquina del Colegio, y además una enramada de madera de cardón de tocororo y 50 gallinas, y los fines de semana hacían cruzado de gallina y chivo. Mi tía Celia me dijo: ‘Emilio, llévale este caldito a la abuela’ que vivía al lado de ellas. Yo iba sopeteándolo, y tropecé y lo derramé. Yo tenía 9 años y le dije a mi abuela que sólo pude recoger el caldo. ‘Muchacho tonto, ¡cómo vas a recogerlo si lo derramaste!’, y no paré la carrera hasta llegar a la playa”.

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