En la Crónica “Camioneta” fue poco lo que
escribí sobre la vida de Emilio Rafael Salazar Díaz, ‘amuayero’, como a los
pobladores de Amuay les gusta que se les llame, pues me centré en un episodio de
su vida, la inundación de este poblado entre finales del 11-2010 y del 02-2011;
nació en el sector Yauma, que antes se conocía como La Botija. En Amuay había
tres sectores: La Botija, Centro y La Puntica, éste último en 1950 era el más
poblado, y allí vivía la mayoría de los pescadores
y margariteños que llegaron en 1940.
Relata que su padre Vicente Emilio Salazar
llegó en 1945 a La Botija y se casó con su madre Rosa Isabel Díaz en 1952. Y
ella parió a Emilio, José, Luis y Luisa, y luego se unió con Alejandro Narváez,
y nacieron Eulalia, Aida, Carmen Emilia, Rosa Elena y Zoleida, todas de
apellidos Narváez Díaz.
“Señor Emilio
Rafael ¿por qué le decían Camioneta?” “Ese sobrenombre me lo pusieron cuando yo
jugaba pelota los jugadores que integraban el equipo de Amuay, porque en muchas
ocasiones yo llega al terreno de juego en una camioneta de la Guardia Nacional
que era alta y grande, ya que unos guardias quienes eran mis amigos me daban la
cola, y hasta la fecha todo el mundo me conoce por ese apodo”.
“Con mi mujer
Betty González procreé una hija que se llama Karielmy del Valle Salazar
González, tiene 20 años y está estudiando Administración de Aduana. Yo estudié
en el Colegio Mario Briceño Iragorry, saqué el 6° grado en 1966, en julio se
cumplieron 50 años y me parece que fue hace poquito, ya que el recuerdo
permanece clarito en mi mente. Antes no había preescolar, uno ingresaba
directamente a los 7 años a la escuela; las primeras letras me las enseñó la
señora Nieves de Díaz en su casa donde le daba clase a un grupo de niños. La
escuela se inauguró en diciembre de 1950 y vino a su inauguración el Dr. Pedro
Luis Bracho Navarrete, quien era para aquel entonces el gobernador. La primera
directora del Grupo Escolar fue Petra Ramona Irausquín de Falcón (la maestra
Nona) a quien luego trasladaron a Los Taques”.
“Mi primer
trabajo, y dígalo pasando realmente trabajo por lo fuerte que me resultó echar
pico y pala, fue con el señor Alberto Díaz; yo era su ayudante y hacía los
huecos de las fundaciones de las primeras viviendas rurales de Amuay en 1970,
después trabajé con la empresa Flúor y con varias contratistas, me recuerdo de
Encoma, Hafran, Sifca (que hacía mantenimiento), laboré también en la
Petroquímica y por último con la empresa Quintoca, el año pasado”. “Mi tio
Ricardo Irausquín, que en paz descanse, trabajaba para Tomás Salazar, y resulta
que al Dr. Jóvito Villalba, quien era margariteño, le gustaba venir a pasar
vacaciones a Amuay, pero lo habían invitado al pueblo esta vez porque andaba en
campaña electoral, si mal no recuerdo era el año 1963”.
“Él frecuentaba
la ranchería del señor Tomás, quien poseía unos cuantos barcos. Manuel Longas
con unos tragos encima se volvía muy ocurrente y salido, y se puso hablar con
Jóvito Villalba como si lo conociera de toda la vida. El Dr. Villalba le
preguntó: ‘Paisano ¿qué quiere para su pueblo de llegar yo a ser Presidente?’ Y
le respondió jocosamente: ‘Que pusiera una tubería directa de la cervecería a
Amuay’. Jóvito le respondió: ‘Pero paisano, si Amuay no tiene luz ni agua’.
Manuel le contestó: ‘Es más posible la tubería de cerveza que ustedes los
políticos le pongan el agua y la electrificación a este pueblo”.
“Mi
abuela Pastora Díaz y mis tías Eulogia, Cecilia, Encarnación y Concepción
tenían un corral de cabras en la esquina del Colegio, y además una enramada de
madera de cardón de tocororo y 50 gallinas, y los fines de semana hacían
cruzado de gallina y chivo. Mi tía Celia me dijo: ‘Emilio, llévale este caldito
a la abuela’ que vivía al lado de ellas. Yo iba sopeteándolo, y tropecé y lo
derramé. Yo tenía 9 años y le dije a mi abuela que sólo pude recoger el caldo. ‘Muchacho
tonto, ¡cómo vas a recogerlo si lo derramaste!’, y no paré la carrera hasta
llegar a la playa”.
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