Francisco José Guevara, conocido por todos como
“Chicote”, nació en Amuay el 28-10-1950; su madre fue atendida por la partera
“Mamá Chon Sánchez”, (Asunción Sánchez de Irausquín, de quien el CDI lleva el
nombre), hijo de Pedro Roberto Vásquez, natural de Macanao e Isabel María
Guevara, nacida en Punta de Piedra, ambos de la isla de Margarita; ella fue la
primera margariteña que pisó el pueblo de Amuay. Nieto de ‘Chelito’ Vásquez, de
quien no recuerda el nombre y de Anastasia Vásquez de Vásquez por la ascendencia
paterna, y Agapito Guevara Vásquez y Eustacia Hernández Vázquez de Guevara por
la vía materna. Hermanos: Narilsa Narváez, Orgivia Narváez y Severina Marín.
Tiene dos hijos: José e Isabel Mercedes Guevara Sira. Nietos: Jesús David,
Sebastián, Santiago José, Gonzalo Andrés Magrini Guevara y Lourmar del Valle
Guevara González.
Relata el amigo Guevara: “Profesor Muñoz
Freites, yo obtuve el 6º grado en el Colegio Mario Briceño Iragorry, al que con
el tiempo le cambiaron el nombre a Grupo Escolar Amuay y por último a Escuela
Bolivariana de Amuay. Mi primer empleo fue repartiendo telegramas en una
suplencia que le hice a Rubén Isea en el año 1965, luego me dediqué a la pesca
en la lancha La Pajarota de Tomás Salazar López; después me dediqué al negocio
de la sardina viva, la cual sirve de carnada para pescar el carite, eso es lo
que se conoce como ‘la pesca a la viva del carite’, donde los grandes barcos
utilizan como carnada la sardina viva.”
“Hacíamos cerca de la orilla en el mar un
corral de sardinas, con tubos y redes para que se mantuvieran allí. Luego las
capturábamos y las vendíamos vivitas y coleando como carnada. En esa época el
cazón no tenía valor para la venta, cuando lo pescábamos lo dejábamos
abandonado en la playa, para quien lo deseara se lo llevase. En esta faena
estuve desde 1965 hasta 1975. Trabajé en el Astillero de Amuay con el portugués
José Carlos Gómez (1976-1978), dueño de la primera embarcación de hierro que se
hizo ahí; yo era carpintero, la nevera del barco era de madera forrada con
fibra”.
“En 1979-1980 me fui a trabajar a Valencia
en la Textilera M.G. Textil como inspector de tela; en 1980 laboré en la
(estación) Cuarentenaria, después entre 1980 y el 2000 trabajé en las
contratistas Wescar, Destral Térmica, Ingelmeci y otras, y en la Fluor como
electricista, ayudante de soldador y ayudante de fabricador de tubos. Por el
exceso de peso me dio artrosis y no puede laborar más. Me casé con Martina
Coromoto Sira Montero, quien fue concejala desde 1996 hasta el 2006. Nos casamos
en la Prefectura el 19-12-1980 y al otro día, el Padre Fernando nos unió en la
Iglesia de Los Taques. Ella es hija de Tomás Temistocles Sira y Mercedes
Asteria Montero Sánchez; nieta de Adela Sira y Marcos Montero”. “Profesor,
usted no me lo va creer, yo quiero tanto a mi mujer que nunca le he sido
infiel…”. Por supuesto, cuando el amigo Guevara me dijo esto, estaba su esposa
al lado escuchando.
“Resulta profesor Muñoz Freites, que cuando
mis amigos y yo estábamos jóvenes y tomábamos, nos poníamos medio mañosos y nos
daba por llevarnos las lisas saladas que colgaban a secar de las cuerdas en los
patios. Las echábamos con verduras en una lata de manteca Los Tres Cochinitos y
hacíamos sancocho en leña, pero primero le sacábamos la sal en la playa. Recuerdo
que mi mamá, mujer muy devota, nos decía: ‘Déjense de eso, porque en cualquier
momento la Virgen del Valle les va a dar un susto. Si quieren hacer sancocho
salgan a pescar, ustedes lo saben hacer’. Pero cuando uno anda con los
compinches, que por cierto todos fueron mis compadres: Manuel Isengar, el
difunto Ñeco y Leobaldo Salazar (Tito), y con unas cuantas cervezas encima, los
consejos se olvidaban, y agarramos unas cuantas lisas del patio de la casa de
Juana Valbuena. Hervía el agua con las vituallas, y justo cuando le íbamos a
echar las lisas secas, estas tenían una gusanera y hedían a mortecino. Le juro
que nunca más volví a llevarme una lisa seca de un patio”.
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