Escribió
Juan Toro Martínez, cronista de Judibana y de la Refinería de Amuay en su Iibro
Amuay 40: “Llegamos a Amuay
procedentes de Caracas el 20 de agosto de 1956 para fundar un órgano noticioso;
nos encantó esta región de Paraguaná y nos sentimos contentos de pertenecer,
desde aquel momento, a la nómina de los trabajadores de la refinería”.
“Como
comunicador en el denominado Grupo de Relaciones Industriales, dirigimos y
redactamos el periódico “Aquí Amuay”, de tamaño tabloide y de 8 páginas. Fue
aquel trabajo una fecunda y alentadora experiencia de periodismo que
iniciábamos por primera vez por estos lares”. (El cronista escribía en plural
por lo variado de sus colaboradores).
El difunto investigador recibió en 1974 el nombramiento
oficial como cronista de la ciudad de
Judibana del Concejo Municipal del Distrito Falcón. En esa condición de
cronista y portavoz de la comunidad de Judibana y de la refinería de Amuay,
contó la historia de este centro industrial de refinación petrolera del estado
Falcón. Escribió el historiador de Judibana: “El acontecimiento industrial de
esta refinería data del 7 de mayo de 1946, cuando se inician los trabajos de su
instalación”. Si partimos de esta fecha las instalaciones de la refinería
estarán arribando el próximo 07-05-2016 a los 70 años de existencia, claro, la
puesta en marcha de sus operaciones fue a principios de 1950. La península de
Paraguaná es el lugar donde se levanta el inmenso e imponente complejo
industrial de la refinería de Amuay.
Por estas tierras señorearon los caquetíos, luego
vinieron los invasores europeos quienes en nombre de su Dios y su rey se
apoderaron de Paraguaná. Alonso de Ojeda, Juan De La Cosa y Américo Vespucio el
9 de agosto de 1499 avistaron desde sus barcos las tierras paraguaneras. El
cronista transcribe la primera crónica sobre la península de Paraguaná, escrita
en 1546 por Juan Pérez de Tolosa que aparece en “La Relación de Tierras y
Provincias de la Gobernación de Venezuela”.
“Doce leguas de la ciudad de Coro hace la mar una
anconada de tierra que casi se podía llamar isla; llámese Paraguaná, y los
navegantes la llaman Cabo de San Román; esta provincia de Paraguaná tendrá en
redondez veinticinco leguas; es tierra llana y casi en comedio a una sierra que
se aparece por la mar navegando; esta provincia es muy abundosa de caza de
venados, conejos, perdices, tórtolas, pescados;
no hay río ninguno en toda ella; beben en y muchas veces, cuando hay
seca, tienen mucha necesidad de agua los naturales de ella; los indios que ella
habitan son de la nación Caquetíos, muy domésticos y amigos de los españoles… Está
casi la provincia despoblada, que no hay en toda ella trescientos indios; es
tierra sana, que cuando algún hombre enferma en Coro le envían a aquella
provincia; hay en ella grandes sabanas, donde, con perros y caballos se matan
muchos venados; están poblados con estos indios cuatro poblezuelos”.
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