martes, 6 de diciembre de 2016

· EL PREMIO ·

Hay sucesos realmente extraños y asombrosos, que cuando pasan dejan una marca indeleble en las personas, y cuando éstas los evocan se les nota en los gestos un cierto tinte de desilusión y amargura, sobre todo cuando se relacionan con el dinero, -único dios tangible en este mundo- ya que, desgraciadamente, abre todas las puertas de nuestra sociedad de consumo, pero aún es más profunda la huella cuando está involucrada la Rueda de la Fortuna, que por lo general se detiene una sola vez en nuestras vidas y toca la puerta de nuestra existencia a veces de manera insólita; a pesar que sus golpes suenan duro al frente de nuestras casas, por cualquier circunstancia no le abrimos la puerta.
Es el caso de la señora Rosa Borges Prado, quien por disciplina cronicaria diremos que es natural de Barcelona, estado Anzoátegui, donde nació el 13-05-1959, hija de Rafael Ángel Borges y María Altagracia Prado (difuntos), nieta de Celestina Romero (difunta). Sacó el 6º grado en el Grupo Escolar Juan Manuel Cajigal (1969) y el bachillerato en el Liceo Mercedes Pérez Freites de la mencionada ciudad en 1975. Realizó cursos de Promotor Social, Dibujante Técnico, Lectura e Interpretación de Planos, Secretaria Ejecutiva y Zapatería.
Viuda de Cesar Augusto Duarte (02-10-1948 / 27-12-1999), madre de 5 hijos: Yenny, Yuleidy, Jonathan, Yocelin y César. Tuvo 11 hermanos, José (difunto), Ligia, Antonio, Lourdes, Carmen (difunta), Gladys, Alida, Flor, Ada, Carlos (difunto) y Ángel, y tiene 15 nietos y 3 bisnietos. Lleva muchos años viviendo en el municipio Los Taques, vivió alquilada en Villa Marina en una casa propiedad de Segundo Silva, y en la actualidad esta residenciada en Jayana, aunque viaja periódicamente a su terruño a visitar a sus familiares.
Relata Rosa Borges: “Mi primer empleo fue en el Concejo Municipal de Barcelona en 1970, trabajé en una fábrica de zapatos, en una fábrica de persianas, toldos y puertas como Jefe de Cobranza; tuve una venta de comida en el mercado, fui secretaria de FOPE (Fomento y Obras Públicas del Estado, (1990-1994), en la Constructora Calina (1995) y en la Asamblea Legislativa de Anzoátegui, luego me separé de mi marido y emigré al estado Falcón”.
Continúa relatando la señora Borges Prado: “Tendría como 9 años si mal no recuerdo y tenía la costumbre de jugar quintos de lotería, pero yo no sabía cuánto pagaban los premios, si llegaba a ganar. Se los compraba a un señor mayor, muy pobrecito, quien vestía todo remendado y todas las mañanas voceaba casi gritando, “¡Hágase rico, compre el billete ganador!”. Yo nunca ganaba nada, pero siempre que había sorteo le pedía dinero a mi padre y compraba mi quintico. En esa oportunidad había comprado 5 quinticos por un monto de 5 Bs cada uno, ya que había cumplido años, mis padres me celebraron mi cumpleaños y alguien me regaló 100 Bs”.
“Un día vi llegar al viejito, quien me hacía señas del otro lado de la calle, crucé la carretera corriendo; mi papá que estaba lavando su carrito me gritó: “¡Muchacha ten cuidado, que Dios no lo permita te puede estropear un automóvil!”. El vendedor de lotería me dijo: “Busca los quintos que algo ganaste” y me entregó una bolsa de papel llena de billetes de 5 y 10 Bs”.

“Muy contenta le dije a mi papá que me habían pagado un montón de dinero porque me había ganado la lotería. Mi padre me agarró por un brazo, fuimos a buscar al señor que vendía la lotería al otro lado de la calle, pero ya no estaba. Me montó en el carro y lo buscamos por todas partes, pero desapareció como si se lo hubiese tragado la tierra. Nunca más se le volvió a ver, luego se supo que se había ganado el primer premio y se compró un pequeño fundo por los lados de Camaguán en el estado Guárico. El muy pícaro me engañó y me cambió el destino”.

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