viernes, 2 de diciembre de 2016

· EL LIBERTADOR ·

El General Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios fue de esa clase de seres humanos capaces de sacrificarlo todo por un ideal. Los hombres pasan, pero sus ideas perduran. Fue capaz de ofrendar sus bienes de fortuna y su vida; actuaba como pensaba y pensaba como actuaba. Logró dar las respuestas certeras al momento histórico que le tocó vivir, tuvo un destino excepcional y de magna trascendencia. Fue un monolítico molde, un hacedor de sueños de imborrable impronta. Su práctica política y su condición de genial estratega militar y político le hicieron pasar al mundo de los inmortales, de los grandes.
En toda la historia de nuestra América, ninguna vida asume mayor interés ni dramatismo más intenso que la del extraordinario hijo de Caracas. Estadista integral, hombre de teoría y acción, ya que logró plasmar sus pensamientos constitucionales y legislativos, sus estrategias y tácticas guerreras al vencer enemigos, libertar pueblos y crear naciones. El hecho de casi consolidar una América Latina unida, una gran nación hispanoamericana, de por sí solamente lo hacen meritorio a ocupar un lugar entre los grandes benefactores de la humanidad.
El General Bolívar muere el 17 de diciembre de 1830, en Santa Marta Colombia a la 1pm, pero no realmente de tuberculosis, sino llevado al patíbulo por los enemigos de la Patria. No fallece solo, morirán los dos grandes gigantes juntos: Colombia La Grande y el Libertador, la obra y el genio. Va al sepulcro no por la enfermedad física, bien que ello puede creerse porque en efecto el padecimiento era grave, sino que la tisis no era otra cosa que la manifestación de profundas causas, aunque muchos dicen que lo mandaron a envenenar; en realidad, el gran sacrificio que hizo porque fuéramos libres y tuviéramos una Patria independiente y soberana le quitó la vida.
Lo persiguieron por decretar la educación popular, la justicia social, la abolición de la esclavitud, la eliminación de la servidumbre de los indígenas, la nacionalización de las riquezas mineras, el reparto de los bienes incautados a los antirrepublicanos entre los combatientes patriotas. Lo acusan de posiciones anticlericales porque reprimió y mandó a fusilar a más de un cura realista durante la guerra de Independencia. Le desprecian llamándole Longaniza por su baja estatura y voz chillona, pero hoy es El Gigante de América y su voz retumba a lo largo y ancho del continente. En su última proclama llama a la unificación y dice: “Si mi muerte contribuye a que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro”.
Venezuela en el siglo XIX tenía 3 millones de habitantes, 1 millón murió a causa de las guerras de Independencia y Federal, otro millón por el paludismo y solo sobrevivió 1 millón, de quienes casi todos somos descendientes. Por el bienestar de todos los venezolanos y venezolanas, que la Paz en Cristo nos cubra y proteja… 

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