Hay personas que dejan
huellas profundas por donde andan, ya que destacan en las actividades que
realizan. Es el caso del difunto don José Miguel González Bolaños, ecuatoriano
de nacimiento, ya que nació en Quito el 20-01-1919 y venezolano por
naturalización. Falleció en su casa, en la avenida Los Médanos de Santa Ana de
Coro, el 03-08-1981. Tenía amigos por todas partes del estado Falcón, amén de
tenerlos también en todos los lugares en donde trabajó. Don Miguel en vida fue
experto en equipos para la construcción de caminos, en explosivos para
excavaciones, voladuras de rocas y edificaciones, movimientos de tierras,
asfaltado de carreteras y construcción de obras civiles como puentes, drenajes,
ambulatorios y escuelas.
Digamos que por la experiencia adquirida,
sin haber pasado por una escuela técnica ni por una universidad, don Miguel fue
de una eficiencia extraordinaria en su profesión; afirman quienes le conocieron
que en su oficio era todo un ingeniero. Fue de las personas que vienen al mundo
con una aptitud impresionante en lo que hacen, como diría el filósofo
Aristóteles: “Con un don innato para la aplicación de la técnica”.
Era excelente padre y esposo, muy
preocupado porque sus hijos adquiriesen la educación necesaria. Se casó 2
veces, la primera en Quito con Luz María Núñez, con quien procreó 2 hijos:
Jorge González Núñez y René González Núñez. Su segunda esposa, con quien
contrajo nupcias en Venezuela, fue María de Jesús Urdaneta; de esta unión
nacieron Jorge, Aida, Guillermo, Amable, Miguel, Isabel y Ana González
Urdaneta. Fuera del matrimonio tuvo 5 hijos: Mirian, Miguel, Olga, Carmen y
Zulay González. Nietos: Jorge Alí, Ana María, Maira, Josue, Israel, René,
Isthar, Astarte, Sinda Kelly, Linda Mary, Hécate, Yesuam, Yarelis, Yaret,
Jimmy, Gabriel, Mayringuellis, Antoni, Lourismar, Jhonathan, Marielis, Yenny,
Roxanne, René, Bleymir, Adriana, Adrián, Aráis, Cristian Adrimit, Steven, Luis,
Tibisay, Anna y Mairín.
Muy joven aprendió las técnicas de
explosivos en las excavaciones de la ampliación del Canal de Panamá en los años
1941 y 1942, cuyos trabajos detiene la Segunda Guerra Mundial. Extrajo carbón
en la mina “Diego de Noboa”, en Ecuador. Participó en la construcción del
Centro Simón Bolívar como supervisor con el Ing. Bárcenas, del Puente Mohedano,
de rellenos y compactación de accesos, movimientos de tierra y bases con el
Ing. Marcos Aurelio Casanova; hizo la demolición del edificio Gran Colombia, en
la Avenida Fuerzas Armadas de Caracas, con el Ing. Francisco Guzmán Lander; en
la Urbanización El Marqués, Petare; fue jefe de movimientos de tierra con el
Ing. Domingo Sanz en la carretera El Guayabo -Santa Bárbara - La Fría
(movimientos de tierras y pavimento asfaltico); en la construcción de la sede
del Colegio de Abogados de Trujillo, Aeropuerto de Santa Bárbara, (movimiento
de tierras y pavimentación de la pista); la construcción del acceso al Puente
sobre el Lago de Maracaibo y numerosas otras obras en el occidente del país.
En Falcón, él y su hijo René participaron
en el asfaltado y posteriores bacheos de la antigua carretera de Los
Taques-Punto Fijo, en construcción de las calles de Pedregal y su asfaltado; en
la construcción de las carreteras Santa Ana-Maquigua, Pueblo Nuevo-Jadacaquiva,
Santa Cruz de Capadare-San Lorenzo, Prolongación Sur-Avenida Los Médanos y
Variante Sur en Coro, conglomerado industrial de Coro, (movimientos de tierra,
sistema de drenaje, asfaltado caliente).
Dice su hija Aida que su padre “cada vez
que llegaba a una localidad y detonaba las cargas explosivas para las
demoliciones de las rocas, algunas mujeres entraban en pánico y corrían a los
templos, se asustaban porque pensaban que era el fin del mundo, se arrodillaban
y a viva voz confesaban ante los presentes sus pecados; más de un hogar quedó
separado y más de uno tuvo que huir hasta que pasara la furia”.
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