A paso rápido iba José Gregorio Morales Falcón. Me acerqué a él y
lo saludé: “¿Cómo está usted Don Goyo? ¿Cómo está su salud?” “Bien, profesor
Muñoz Freites ¿y usted, y su familia cómo están?”. “Todos bien, gracias a Dios,
y yo todavía trotando unos 8 km diarios” “Me dijeron que usted escribe sobre la
vida de la gente en otros tiempos” “Sí, Don Goyo, yo soy el cronista del
municipio Los Taques, y hablo con las personas para que me relaten sus
costumbres, historias, leyendas y vivencias”. “Usted es un taquense de roble,
amigo Morales” “En realidad profesor yo
no nací en los Taques, sino en el Hato de Jadacaquiva, pero llevo 54 años
viviendo aquí, y me siento genuinamente ‘taquero’. Bueno, van a vender pan y
voy con prisa a comprarlo… luego iré a mi casa, y allí hablaremos de otros
tiempos”.
Me fui al Concejo Municipal de Los Taques,
firmé unas planillas y me dirigí hacia la panadería; a un conocido le pregunté
por Don Goyo, y me dijo: “Se acaba de ir”. Lo alcancé llegando a su vivienda. Me
dijo: “Profesor, lo espero a las 1 pm, y conversaremos con tranquilidad”. Retorné a la hora acordada, nos sentamos y Don Goyo me relató lo que sigue:
“Mi padre fue Sergio Morales y mi mamá Ana
Ramona Falcón; mis abuelos fueron Generoso Morales, a mi abuela la llamábamos
‘Mamá Chiche’, no recuerdo su nombre, mis otros abuelos eran Justiniano Falcón
y Elodia Urbina. Saqué el 6º grado en el Grupo Escolar de Los Taques, recibí
clases de la maestra Viví, del maestro Guariato, la maestra Patiño y la maestra
Manzanares”.
“Mi primer empleo fue de ayudante de
albañilería a los 15 años, en la casa de Héctor Quevedo en Caja de Agua; después
trabajé en la Creole y manejé un camión como fijo durante 20 años… tendría como
unos 40 años, si mal no recuerdo, era el año 1983… dejé ese empleo ya que
ganaba muy poco, apenas 60 Bs semanales. Me fui a trabajar a las contratistas
que pagaban 120 Bs semanales, era maestro general de obra civil. Trabajé en la
Petroquímica que está al sur de Los Taques: hice las bases de los tanques, la
cerca perimetral y las tanquillas. También en la construcción de Astinave: allí
fui maestro general de obras, construí el laboratorio, el estacionamiento, los
rieles de la grúa; fui maestro de cabilla del muelle con la Constructora
Luzardo. Además trabajé con la Contratista Itepeca en la iluminación de barras
de baja y alta tensión y en la megafonía (las alarmas). Las ratas roían los
cables y sonaban las alarmas. Fui maestro de obra en la construcción de la Casa
de la Cultura de los Taques y de la plaza de Villa Marina”.
“Me casé a los 18 años con mi gran y eterno
amor, Aidé Margarita Quevedo (difunta), natural de Los Taques, vivimos 40 años.
Tuvimos 4 hijas: Ana Ramona, Adriana Margarita, Ameri Yaneth y Andreina
Josefina; tengo 8 nietos”.
“Cuando llegué a Los Taques, había una planta
que prendían desde 12 m hasta las 12 pm. Los operadores eran Adrián Lugo y Alí
Suarez: a este último le buscábamos alguna “novia de cascos ligeros” cuando
había baile en el pueblo, y la planta amanecía prendida mientras la moza le
daba cariño. El agua y la electricidad las trajo Valentín Acosta. El agua se la
comprábamos a un bolívar la pipa a Sabita Díaz. Había un estanque donde hoy
está el estadio y cargábamos con ganchos dos baldes y llenamos la pipa a 0,50
Bs.” Relata Don Goyo: “Una señora que llamaban la Doña, madre de Juan de Dios,
Modesto, Manuel Antonio y Efraín Falcón, tenía muchas cabras en La Cieneguita;
Ramón ‘Monche’ Loren le vendía la leche por el pueblo”.
“Trabajé en la reparación del techo con
madera pulida, paredes, ventanas y piso de la iglesia de Los Taques. Un día estaba
rompiendo el piso con una barra y me topé con una caja… pensé que era un tesoro,
pues se decía que allí habían enterrado oro. Tapé de una vez el cofre con
escombros y no fui a almorzar, lo abrí… y solo tenía huesos, ¡ah buen susto
cuando vi la calavera!... Al otro día, mis compañeros se burlaban de mí: “¡Ahora
eres millonario en huesos!”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Sus comentarios son importantes para el autor. Por favor, utilice un lenguaje cortés y respetuoso al dejarnos saber su opinión acerca de lo publicado.