viernes, 2 de diciembre de 2016

· DON GOYO MORALES ·

   A paso rápido iba José Gregorio Morales Falcón. Me acerqué a él y lo saludé: “¿Cómo está usted Don Goyo? ¿Cómo está su salud?” “Bien, profesor Muñoz Freites ¿y usted, y su familia cómo están?”. “Todos bien, gracias a Dios, y yo todavía trotando unos 8 km diarios” “Me dijeron que usted escribe sobre la vida de la gente en otros tiempos” “Sí, Don Goyo, yo soy el cronista del municipio Los Taques, y hablo con las personas para que me relaten sus costumbres, historias, leyendas y vivencias”. “Usted es un taquense de roble, amigo Morales”  “En realidad profesor yo no nací en los Taques, sino en el Hato de Jadacaquiva, pero llevo 54 años viviendo aquí, y me siento genuinamente ‘taquero’. Bueno, van a vender pan y voy con prisa a comprarlo… luego iré a mi casa, y allí hablaremos de otros tiempos”.
   Me fui al Concejo Municipal de Los Taques, firmé unas planillas y me dirigí hacia la panadería; a un conocido le pregunté por Don Goyo, y me dijo: “Se acaba de ir”. Lo alcancé llegando a su vivienda. Me dijo: “Profesor, lo espero a las 1 pm, y conversaremos con tranquilidad”.  Retorné a la hora acordada, nos sentamos  y Don Goyo me relató lo que sigue:
   “Mi padre fue Sergio Morales y mi mamá Ana Ramona Falcón; mis abuelos fueron Generoso Morales, a mi abuela la llamábamos ‘Mamá Chiche’, no recuerdo su nombre, mis otros abuelos eran Justiniano Falcón y Elodia Urbina. Saqué el 6º grado en el Grupo Escolar de Los Taques, recibí clases de la maestra Viví, del maestro Guariato, la maestra Patiño y la maestra Manzanares”.
   “Mi primer empleo fue de ayudante de albañilería a los 15 años, en la casa de Héctor Quevedo en Caja de Agua; después trabajé en la Creole y manejé un camión como fijo durante 20 años… tendría como unos 40 años, si mal no recuerdo, era el año 1983… dejé ese empleo ya que ganaba muy poco, apenas 60 Bs semanales. Me fui a trabajar a las contratistas que pagaban 120 Bs semanales, era maestro general de obra civil. Trabajé en la Petroquímica que está al sur de Los Taques: hice las bases de los tanques, la cerca perimetral y las tanquillas. También en la construcción de Astinave: allí fui maestro general de obras, construí el laboratorio, el estacionamiento, los rieles de la grúa; fui maestro de cabilla del muelle con la Constructora Luzardo. Además trabajé con la Contratista Itepeca en la iluminación de barras de baja y alta tensión y en la megafonía (las alarmas). Las ratas roían los cables y sonaban las alarmas. Fui maestro de obra en la construcción de la Casa de la Cultura de los Taques y de la plaza de Villa Marina”.
   “Me casé a los 18 años con mi gran y eterno amor, Aidé Margarita Quevedo (difunta), natural de Los Taques, vivimos 40 años. Tuvimos 4 hijas: Ana Ramona, Adriana Margarita, Ameri Yaneth y Andreina Josefina; tengo 8 nietos”.
   “Cuando llegué a Los Taques, había una planta que prendían desde 12 m hasta las 12 pm. Los operadores eran Adrián Lugo y Alí Suarez: a este último le buscábamos alguna “novia de cascos ligeros” cuando había baile en el pueblo, y la planta amanecía prendida mientras la moza le daba cariño. El agua y la electricidad las trajo Valentín Acosta. El agua se la comprábamos a un bolívar la pipa a Sabita Díaz. Había un estanque donde hoy está el estadio y cargábamos con ganchos dos baldes y llenamos la pipa a 0,50 Bs.” Relata Don Goyo: “Una señora que llamaban la Doña, madre de Juan de Dios, Modesto, Manuel Antonio y Efraín Falcón, tenía muchas cabras en La Cieneguita; Ramón ‘Monche’ Loren le vendía la leche por el pueblo”.

   “Trabajé en la reparación del techo con madera pulida, paredes, ventanas y piso de la iglesia de Los Taques. Un día estaba rompiendo el piso con una barra y me topé con una caja… pensé que era un tesoro, pues se decía que allí habían enterrado oro. Tapé de una vez el cofre con escombros y no fui a almorzar, lo abrí… y solo tenía huesos, ¡ah buen susto cuando vi la calavera!... Al otro día, mis compañeros se burlaban de mí: “¡Ahora eres millonario en huesos!”.

 

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