domingo, 4 de diciembre de 2016

· EL MILAGRO (II) ·

     Días atrás escribí sobre un milagro de la Virgen del Valle que me relató la médica Mónica Argelia Rodríguez. La doctora estuvo de vacaciones en Villa Marina, municipio Los Taques, cuyas playas se caracterizan por su suave oleaje, las cómodas posadas, un excelente hotel y el cálido trato de los prestadores de servicios. Resulta que el niño de una señora se había tragado una pepa de mamón; desesperada con el pequeño en los brazos, le clamó en voz alta a la Patrona de Oriente, de la isla de Margarita y de esta población taquense: “¡Vallita, Madre Dios! ¡que mi hijo se asfixia!, ¡ayúdame, salva a mi niño!”.
    De este suceso no se enteró mucha gente, ya que la médica retornó a su trabajo en Oriente; no se supo quién era la madre del infante y de dónde en realidad provenía a ciencia cierta, si era otra turista o habitante de la región. Pienso que, efectivamente, la doctora Rodríguez merece que se le mencione en La Crónica Taquense y se den otros detalles sobre su vida, y aprovecharé para narrar otro milagro que ella me relató. Este le ocurrió cuando estaba recién graduada y realizaba la ruralidad (Artículo 8) en un ambulatorio del estado Anzoátegui.
     Como introducción, por disciplina cronicaria voy a escribir un poco sobre la doctora Mónica Argelia; ella nació en Barcelona, estado Anzoátegui el 25-05-1975, en el Hospital Universitario Luis Razetti, hija de Arelis Margarita Rodríguez Santana y de José Carmelo Rodríguez San Blas; sus apellidos coinciden, pero es pura coincidencia, en realidad no son parientes, ya que su mamá es venezolana y su papá es de las Islas Canarias. Su abuelo materno se llama Mónico de la Cruz Rodríguez, quien nació en Carúpano el 03-05-1923, día de la Cruz de Mayo, y en honor a él, quien todavía vive, le pusieron a la galena el nombre de Mónica.
     Su abuelo es carupanero, hombre de trabajo, quien se dedicó primero a vender carne de cochino, luego huevos, harina de maíz, plátanos, cubitos, bolsas de papel entre otros, con la mayor honradez del mundo posible, incapaz de quedarse con medio (0,25 céntimos de bolívar) o un real (0,50 céntimos de bolívar), moneda que en aquellos tiempos se cambiaba a 3,35 bolívares por dólar, cuando las compañías extranjeras se llevaban prácticamente regalado nuestro petróleo, en complicidad con el sátrapa Juan Vicente Gómez y sus acólitos en la Venezuela del año ’33; el saqueo de nuestro oro negro era sin cesar.
     La abuela de la doctora Mónica nació en Puerto La Cruz, el 23-05-1933, y además de criar a sus hijos, ayudaba a su marido a vender los productos en los alrededores del mercado porteño. En la crónica anterior mencioné los tíos de la doctora y el nombre de su hija, hermana y hermanos. Recordaré en esta oportunidad que sacó el 6° grado en el Grupo Escolar Andrés Eloy Blanco en Puerto La Cruz a los 11 años, se graduó de bachiller a los 16 años y obtuvo el título de Médico Cirujano en la Universidad de Oriente en el 2010, y está realizando en la actualidad la especialización en Medicina para el Trabajo.

     Narra la Dra. Rodríguez: “Realicé la ruralidad en un ambulatorio tipo I en un pueblo de Anzoátegui, estuve allí un año, y me ocurrió una anécdota que nunca olvidaré. Estando todos los médicos residentes esperando para entrar a una reunión, ingresó un trabajador que había recibido un fuerte impacto en el pecho, por una roca de unos cuantos kilos, lo que le ocasionó un paro respiratorio y un infarto al miocardio; cuando comenzamos a realizar las maniobras para salvarle, nos dimos cuenta que al cable conector del equipo de RCP una rata lo había roído y estaba descargado, el laringoscopio inexplicablemente tampoco tenía baterías”. “La situación era desesperante, comenzamos las maniobras de resucitación manual y respiración boca a boca, y nada. Invoqué por ayuda a la Virgen del Valle, y el señor reaccionó, justo al momento, y se salvó”.

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