Los hurtos de pertenencias, carteras y bolsos se han
hecho rutina en poblados y ciudades a lo largo y ancho del país, hasta tal
punto que las personas -sea por miedo a los malhechores o por costumbre-
permanecen indiferentes ante tales desaguisados. Sentado en días pasados en las
afueras de un velorio en la ciudad de Barcelona, de un pariente quien en vida
se llamaba José Prado, sostuve la siguiente conversación con Rosa Virginia
Villasana Uzcátegui: “Sabe profesor, la semana pasada me robaron el bolso, un zagaletón
apuntándome con una pistola me obligó a entregárselo”.
“Resulta que regresábamos mis niñas de 4 y 6 años y yo,
de la casa de mi cuñada Yenny Duarte en El Viñedo, como a las 2 pm, cuando
observé que 2 jóvenes me venían siguiendo; apuré el paso y me refugié en una
parada atestada de gente. Con el mayor desparpajo uno de los delincuentes me
dijo: ‘O entregas el bolso o las quiebro a las tres’; temblando de pánico por
lo que le pudiese pasar a mis hijas, se lo entregué. Dentro del bolso estaban
mi documento de identidad, un celular y el dinero que mi marido me había dado
para la comida”.
Por disciplina cronical, hago la reseña de Rosa Virginia
Villasana Uzcátegui, quien nació en Cantaura el 06-09-1981, hija de Mery
Cristina Uzcátegui y José Luis Villasana Romero, según le dijo Sor María José,
quien en realidad fue su genuina mamá.
Relata Rosa: “La historia de mi vida comienza en el INAM
(Instituto Nacional del Menor) donde mi madre, golpeada por la pobreza y los
misterios de la existencia, nos dejó a mis 4 hermanos y a mí. Luego fui
internada en la Casa Hogar María de San José, ubicada en la Plaza San Felipe de
Barcelona; en realidad mi madre, quien me crió, fue Sor María José, de quien
conservo maravillosos recuerdos. Fui su hija consentida, introdujo en mí los
valores y virtudes cristianas, del amor, la fe y la esperanza. Me enseñó a
tejer, coser, cocinar, bordar, repostería y lo más importante: a sentir a
Cristo en mi corazón, además las monjitas me impartieron la educación primaria.
Estudié el bachillerato en el Liceo Juan Manuel Cajigal”.
“Trabajé para el INAM becada como mensajera de citaciones, luego en
tiendas y en una fábrica de envases para productos de limpieza. Tuve 2 uniones,
la primera con Ramón Emilio Rodríguez, con quien procreé a Moisés Emilio
Rodríguez; luego conocí a César Rafael Duarte, quien vino de vacaciones y
trabajaba en la Refinería de Amuay como contratado; me enamoré de él, y sin
pensarlo 2 veces nos fuimos a Falcón. En el municipio Los Taques viví 4 años, y
en el Hospital Calles Sierra parí a Rosmery Virginia Duarte el 12-04-2010, y a
Paola Valentina Duarte el 19-09-2012. Me siento orgullosa que mis hijas sean
taquenses. Las personas de la Península de Paraguaná son generosas. En la
actualidad, mi marido trabaja en el Complejo Criogénico José Antonio
Anzoátegui, en Jose”.
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