Desde
hace tiempo por las calles de Jayana, municipio Los Taques, vemos a un vendedor
de pescado con un balde en una mano y en la otra un viejo peso; ofrece especies
recién atrapadas con redes o anzuelos; trae el pargo rojo, la carachana blanca,
la negra, el tajalí, la picúa, el guaranao pequeño, la cojinúa, la lisa, la
lamparosa, la raya, también dispensa guacucos, chipichipe y otras especies de
moluscos; tiene ya sus clientes fijos, camina por las calles de esta hermosa
población taquense, tocando puertas y portones, ya todo el mundo lo conoce.
Vende
los pescados, con un estilo diferente a como lo hacen los ‘lancheros
amuayeros’. Están ya sin escamas y sin tripas, como él dice, “arreglados,
listos para el sartén”. El precio es económico, a mil bolívares el kilo, una
mezcla que la gente llama “chereche” (esta es una expresión traída por los
pescadores margariteños que llegaron a Amuay y Villa Marina en la década del 40’).
“Profesor Muñoz Freites” me dice ‘Chu’,
“durante muchos años fui ayudante de mi hermano Felipito, ‘el Caballo’, maestro
de obras, quien ha modificado y construido muchas casas en Judibana y otros
lugares del municipio Los Taques, de quien aprendí la albañilería. También fui
ayudante en lanchas de pesca artesanal y cayucos. Conozco a todos los lancheros
y ellos me ayudan. ¿Sabe usted cuál es la diferencia entre el pescado y el pez?”
“Dígamela amigo ‘Chu’”. “Se llama pez cuando está en el agua y pescado cuando
ya se fregó porque esta fuera del mar y cualquier cristiano se lo va a comer,
sea frito con funche o en hervido con verduras”.
Le
solicité al amigo “Chu”, el día de ayer (07-12-2016), que me dijese su nombre
completo y lugar y fecha de nacimiento; además, le pedí que me hablase de su
familia.
“Profesor
Muñoz Freites yo me llamo Jesús Rafael y nací en Amuay, el 25-01-1971, soy hijo
de Margarita Sánchez González, quien nació en esta población el 13-03-1941, en
la segunda calle, en una casa de paredes de barro y techo de paja, y de Felipe
Benito Cuauro Aldama (difunto); soy el menor de 7 hermanos, dos hembras y cinco
varones: María Auxiliadora, Zenaida Coromoto, Felipe Antonio, Juan Antonio,
José Gregorio (difunto), Ángel Rubén y mi persona; en la actualidad vivo en una
casa rural ubicada en el mismo lugar donde mi madre nació asistida por una
comadrona. Estudié en la Escuela de Amuay, pero por razones de trabajo asistí
poco, luego continué en la Misión Robinson”.
“Señor Muñoz Freites, un hecho extraño que me
ocurrió fue aquí en el pueblo, donde había antes muchos bares; un día después
de faenar duro y tendido, ayudando a estirar un chinchorro regresaba a la casa
y en una esquina estaba una mesonera en la puerta de un bar, en realidad no sé
a quien esperaba, supongo que a alguien que la acompañara; yo tenía unos
cuantos tragos de ron encima -ya me dolía la cabeza-, de pronto la mujer caminó
con prisa, pero volteaba y me sacaba la lengua y tomó rumbo a la playa, yo
prácticamente corrí; a todo esto, sentí un viento frío a mi lado izquierdo,
volteé y se me apareció un viejito que con un dedo me hacía señas que no la
siguiese”.
“Al medio día, le
conté la historia a mi mamá y ella me dijo: ‘Hijo usted me está describiendo a
su abuelo -que en paz descanse- y la mujer es una difunta valenciana a quien
asesinaron hace muchos años en la playa y se le aparece a los hombres cuando
andan tarde en la madrugada borrachos, y se los lleva a lo profundo del mar
para ahogarlos”.
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