domingo, 4 de diciembre de 2016

· DON GOYO MORALES II ·

   Tomo la pluma y escribo la segunda parte de la entrevista que le hice a José Gregorio Morales Falcón; les solicito formalmente excusas a los lectores de La Crónica Taquense porque no hubo secuencia entre la parte I y la II: les aseguro que por motivos que escaparon a mi voluntad pasó esto. Rápidamente les recordaré que la crónica “Don Goyo Morales” fue publicada el domingo 10-07-2016, donde escribí sobre los aspectos más resaltantes de la vida de este poblador de Los Taques; por disciplina cronicaria traigo a colación que Morales Falcón nació en el Hato de Jacuque, el 16-11-1943, llegó a Los Taques a los 18 años, se casó con una taquense, Aidé Margarita Quevedo (difunta), y es padre de 4 hijas; lleva viviendo en la capital del municipio 54 años.
   Entre los relatos que me contó Don Goyo me llaman la atención los siguientes: “Profesor Muñoz Freites, por estos parajes muchas personas han visto objetos extraños en el cielo, pero no lo cuentan por temor a que les tilden de locos o de embusteros. Mi hermano Ramiro, dos amigos y mi persona no sólo vimos uno, sino que tuvimos un encuentro con él. Resulta que veníamos de la Macolla, y de pronto vimos un aparato que desde lo alto nos seguía, nos deteníamos y aquella cosa también lo hacía, avanzábamos y hacía lo mismo; comenzamos a ponernos nerviosos”.
   “En un sitio que llaman el Cujicito el aparato volador, que no hacia ruido, echaba vapor y tenía una especie de reflector que nos iluminaba, ya que caía la noche, se nos acercó de tal manera que casi nos rozó las cabezas. Veníamos en bicicleta, y ni cortos ni perezosos en un recodo del camino nos bajamos y salimos corriendo hacia unos matorrales, y como pudimos nos escondimos. El objeto estuvo dando vueltas sobre nosotros como por 10 minutos que nos parecieron horas; y de pronto, con fuerza y a toda velocidad desapareció disparado hacia el mar”.
   “Hay otra historia extraña que quiero contarle. Resulta que muchos de los que de noche han ido por esos parajes más allá de la Macolla, desaparecieron sin dejar rastro; se dice que algo misterioso se los llevó y no se volvió a saber más nunca de ellos, fueron borrados de la faz de estas tierras, sus mujeres y familiares por largo tiempo lamentaron su ausencia” “¿No será que la causa de la desaparición de esas personas que usted dice, fue que imprudentemente se bañaron en las playas prohibidas y se ahogaron?” “No, profesor, esas gentes que desaparecieron no se metieron en el mar, algunos andaban cazando conejos y venados por esos parajes, yo que le digo, que allí no es conveniente ir después que se oculta el sol”.
   “Profesor Muñoz Freites”, relata Don Goyo, “en una ocasión, trabajando en Jacuque desnatando leche y echándole sal junto con Tirso Arcaya, nos dijo el patrón Hernando Pachano que hiciéramos una excavación de 2 mts por 1m para instalar la antena de un transmisor de radio aficionados, su número de identificación era YB1KH, justo al lado de La Piedra de La Vieja Olimpia, una esclava de don Regino Pachano que según la leyenda este le dio la libertad y la hizo rica. Estaba excavando y conseguí un cofre que pesaba como 15 kilos. Lo abrí y contenía cadenas, prendedores, broches, zarcillos de oro y morocotas (fuertes de oro)”.

   “Juancho Cosi, un terciante que cuidaba las cabras, comenzó a gritar ‘somos ricos’. Justo en ese momento, llegó el dueño de la casa Hernando Pachano, y me dijo: “Meta ese cofre en la oficina de la radio y agarre la camioneta y me compra 5 cajas de cerveza en San Antonio, en el Bar Carmencita”. Nos amenazó que no dijéramos nada, y me regaló 6 cabras que valían 60 Bs y a Juancho le dio los cuatro cauchos de la camioneta que costaban 80 Bs. A Pachano no se le volvió a ver más. Algunos dicen que se fue a Oriente y compró un hato de ganado con más de 500 novillas y toretes. Profesor, me conseguí un tesoro pero no pude disfrutarlo, hoy vivo de mi pensión y de la ayuda de mis  hijas, pero no me siento enfermo y tengo mi casa”.

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