miércoles, 30 de noviembre de 2016

· ¿12 DE OCTUBRE? ·

Apenas han pasado pocos años del arribo de Cristóbal Colón; es domingo de Adviento el 30 de noviembre de 1511, nueve de la mañana. En La Española, en una iglesia de techo de paja, un fraile puro de corazón -verdadero soldado de Cristo- Antonio de Montesinos, con gesto ceñudo y en tono duro dirige el siguiente sermón a los feligreses allí congregados: “Decid, ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tal cruel y horrible servidumbre aquestos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas dellas, con muerte y estragos nunca oídos, habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin darles de comer ni curarlos en sus enfermedades, que los excesivos trabajos que les dais incurren y se os mueren, y por mejor decir los matáis por sacar y adquirir oro cada día? Estos indios, ¿acaso no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No sois obligados a amarlos como a vosotros mismos?
“¿Esto no entendéis, esto no sentís? ¿Cómo estáis en tan profundidad, de sueño tan letárgico, dormidos? Tened por cierto que en el estado en que estáis, con las abominaciones y crueldades que vosotros hacéis a los indios, no os podéis más salvar del infierno que los moros o turcos que carecen y no quieren la fe de Jesucristo”.

Los españoles casi linchan al cura Montesinos por este discurso y elevan sus propuestas ante el gobernador, Diego Colón. El fraile acababa de atentar en forma escandalosa e insólita contra la soberanía del Rey de España sobre las Indias Occidentales otorgada por el Papa Borgia, Alejandro VI. Los esclavistas piden la expulsión del sacerdote ofensor. El litigio es llevado ante Fernando el Católico, quien de inmediato le ordena a Colón reprender y silenciar a Montesinos y sus compañeros dominicos, bajo la amenaza que si persisten en su prédica errónea, los envíe prisioneros a España.
Sentencia el Monarca: “Cada hora de las que ellos estén en esa ínsula estando de esa dañada opinión, harán mucho daño para todas las cosas de allá”. La orden es clara: debe terminarse con esa predicación; pero los rebeldes aumentan y envían a Montesinos a defender su tesis a España.
Es la primera rebeldía del clero progresista, verdaderos soldados de Cristo; pero desde luego, la Iglesia reaccionaria también vino al continente, se hizo poderosa justificando la esclavitud, la crueldad y las matanzas de originarios en nombre de la fe, comprometida con los sistemas de explotación y lucro de indígenas, tierras y minas, prontos a bendecir el despojo y el castigo sin piedad de la inconformidad.

Era la Iglesia de Fray Vicente de Valverde y otros desalmados la que propició, con formulismos jurídico – religiosos, el asesinato de Atahualpa, el último Inca. Hace quinientos veintitrés años se inició el más grande de los crímenes cometidos contra la humanidad: el genocidio de 150 millones de indígenas.

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