El
18-07-2015 me avisaron que a una dama muy querida por mí la habían
hospitalizado, y tuve que viajar a Santa Ana de Coro, fundada en el continente
suramericano el 26-07-1527 por Juan de Ampíes Ávila. Aprovecho la oportunidad
para rendirle honras a la Ciudad Mariana, Patrimonio Cultural de la Humanidad,
en sus 488 años.
Me quedé en Los Tres Platos, cosa que rara
vez hago ya que cuando viajo a la capital del estado Falcón por lo general
llego al terminal de pasajeros Polica Salas. Sucedió que en la premura del
caso, olvidé un maletín en la maletera del carro. Al notar el olvido de mi equipaje,
regresé con mi hijo Yesuam Cimeries hasta el terminal y le notifiqué a varios
choferes del extravío. Recordaba que me había trasladado en un Caprice sedán,
de color rojo, año 1979, pero allí alguien nos dijo: “El por puesto de la línea
Sucre que había llegado a eso de las 4:30 pm era un Caprice gris”.
Al despuntar del otro día, retorné al punto
de conexión y un conductor de nombre Carmelo Méndez me informó: “Ayer en la
tarde, un chofer que maneja un carro rojo, llamado Félix Chirinos, preguntaba
por un pasajero que olvidó su maletín y lo esperó 2 horas”. Regresé a Punto
Fijo con el señor Carmelo, él me facilitó el número telefónico de Chirinos a
quien ubiqué en el terminal de la “Ciudad de Los Vientos”. Rumbo a Punto Fijo,
entablé una conversación con el chofer y me relató:
“Me llamo Carmelo Méndez, nací en El
Cujizal, vía Jamaica, cerca de Misaray, el 2-6-1970. Soy hijo de Carmelo López
(16-07-1930) y Octavia Méndez (13-01-1947) ambos de El Cujizal. Mis abuelos
fueron Eleuterio Méndez, Pastora Manaure de Méndez (comadrona), Domingo López y
Gabriela Pulgar. Estoy casado con Carmen Lugo, tenemos 3 hijos: Karen, Gabriel
y Félix. Obtuve el 6º grado en el Grupo Escolar de Misaray, en 1983 y el
bachillerato en 1988, en la UE Josefa Camejo, Santa Ana. Mi primer empleo fue
de mecánico, he trabajado en paradas de mantenimiento de la Compañía, en Amuay.
Comencé como conductor de ruta de Pueblo Nuevo a Punto Fijo”.
“¿Anécdotas…? Antes de eso fui
taxista. En una oportunidad iba por la calle Comercio, a la 1:30 de la
madrugada; frente al bar La Farándula, diagonal al Ateneo, divisé una mesonera
de cabello largo negro, vestida de rojo, muy hermosa. Ella entró al taxi y me
dijo que la llevase a Los Taques. La miré por el retrovisor, sonrió y me guiñó
un ojo. Bajé los seguros de las puertas y arranqué, no me detuve en ninguna
parte. Después de pasar el cementerio de Santa Elena, la mujer ya no estaba
sentada atrás, había desaparecido... Recuerdo que cuando mi mamá discutía con
mi padre, le decía que él no quería a nadie porque se la pasaba jugando dominó.
El día que murió mi papá en 1983, escuché la noticia por la radio, y en ese
momento yo participaba en una partida de dominó”.
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