martes, 29 de noviembre de 2016

· EL ESCRIBIENTE ·

Los asistentes de oficina del Registro Civil, Lcda. Carmen Zabala, Lcda. Alin Quevedo y el bachiller Francisco Antonio Sánchez García “Chico”, asientan en los libros los nacimientos, defunciones, matrimonios y uniones estables de hecho, transcriben y entregan las actas respectivas y su renovación, las cartas de residencia y permisos varios. Asisten al Registrador abogado Amabilis Aldama Lugo y a su secretaria Jessica Gómez en el ejercicio idóneo y eficiente de sus funciones. Relata Francisco: “Mi mamá me parió en la casa el 22-03-57, con una comadrona, en la calle Bolívar de Villa Marina. Soy hijo de Teófilo Sánchez, nacido en El Tacal el 26-07-1926, y Carmen García, natural de Amaraya (23-12-1925). Mis abuelos fueron Salvador Zárraga, María Sánchez y Belarmina García.
“Obtuve el 6º grado en 1971, en la Escuela José Antonio Velazco, el título de bachiller en 1977 en el Liceo Pedro Antonio Leleux e hice un curso de Oficinista I, en la academia Virgen de Fátima, en Caja de Agua. Me casé con Mary Díaz, no tuvimos hijos pero criamos un sobrino: Yony Enrique Díaz (29-11-93, Villa Marina) quien desposó a Liz Johanna Díaz y tienen un niño de 2 años llamado Rodrigo Andrés Díaz, mi querido nieto”.
“En los años 1980 a 1981 y 1984 a 1990 trabajé como Escribiente en la Prefectura de Los Taques con los libros de nacimiento, defunción y matrimonio; de 2001 a 2005 como Secretario cuando el Registro pasó a la Alcaldía, luego, reingresé en el 2010 como Asistente de Oficina, y actualmente asiento nacimientos en el libro respectivo”.
Continúa “Chico” García: “A los 11 años, la Madre Sor Rosa me catequizó para la Primera Comunión, ella vivía en Judibana junto con otras religiosas, frente al CADA, actual Abastos Bicentenario. Los domingos recorrían Villa Marina en una camioneta conducida por el señor Sécula, reunían a los niños en la Escuela y les enseñaban la doctrina, las virtudes cristianas y la rectitud moral”.

“Las monjitas preparaban a los niños pobres para su Primera Eucaristía y les regalaban las vestimentas y el calzado; recuerdo que no dormí, ansioso por recibir al Señor Jesús en mi corazón y mi alma, comulgué en la iglesia de la Virgen del Valle. Estrené una camisa, un pantalón y un par de zapatos. En la emoción no me percaté que ambos zapatos eran izquierdos, así y todo me fui al templo, y me mantuve firme gracias a mi fe. Los pies se me hincharon y el dolor fue insoportable; pero estaba muy feliz de mi encuentro con Cristo”, cuenta entre risas el Bachiller Sánchez García.

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