viernes, 18 de noviembre de 2016

· UNA MADRE EJEMPLAR ·

Transcurre el año 2015, a finales de enero falleció en la ciudad de Punto Fijo, en la paz del Señor, Doña Olimpia Gallegos de Iglesias, nacida en Galicia en 1927, casada con Don José Iglesias con quien formó un hogar basado en la rectitud y la educación a sus hijos en la importancia del trabajo, de los principios morales y del progreso personal mediante el estudio. Dio a luz al Alcalde del municipio Los Taques, Dr. José Luis Iglesias Gallegos, el 14-01-1959 en Barquisimeto.

Llegó a la península de Paraguaná con sus hijos desde Puerto La Cruz, ya que su marido trabajaba aquí en la construcción de un aeropuerto. Su amor por sus descendientes y esposo fue sin lugar a dudas el centro más importante de su universo vivencial. Sus tesoros terrenales más preciados: hijos, nietos, nietas y cónyuge, por quienes estuvo siempre dispuesta a hacer cualquier sacrificio. En los momentos de alegría de sus familiares allí estaba, con el corazón lleno de gozo, y en los de dificultades como la madre ejemplar que era, dándoles el consuelo y los consejos oportunos; su afectividad fue excepcional, sus profundos sentimientos hacia sus seres queridos definieron sus pasos por esta vida. Era una constante en su existencia estar pendiente de toda su familia, pero la huella más resaltante que dejó en su travesía por este mundo fue la práctica de las virtudes cristianas: amor, fe, esperanza y caridad. En realidad, su fe en Cristo era de primera línea.

Muere Doña Olimpia a los 87 años de edad, querida, apreciada y respetada por todos los que trataron con ella. La conocí a finales del siglo pasado, y tuve noticias de su sincera inclinación para hacer el bien al prójimo. El afecto por sus semejantes y la práctica de la caridad dejaron surcos profundos en los lugares donde le tocó vivir. Los años pasarán, Doña Olimpia; pero los recuerdos de las buenas acciones, sus buenas obras, vivirán en el corazón de muchos, este es el mejor legado de su senda por la tierra, y sé que usted se ganó un sitio en la genuina existencia: el Cielo de Dios Misericordioso.

En verdad, no escribo esta cuartilla para adular al burgomaestre del municipio, no soy hombre de tales bajezas, sino para expresar un digno tributo a esta abuelita ejemplar. Obviamente, los cronistas no hacemos política, sino escribimos historias. Alcalde, en el dolor de usted y su familia, les acompaño. ¡Reciban mi más sentido pésame!.

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