Transcurre
el año 2015, a finales de enero falleció en la ciudad de Punto Fijo, en la paz
del Señor, Doña Olimpia Gallegos de Iglesias, nacida en Galicia en 1927, casada
con Don José Iglesias con quien formó un hogar basado en la rectitud y la
educación a sus hijos en la importancia del trabajo, de los principios morales
y del progreso personal mediante el estudio. Dio a luz al Alcalde del municipio
Los Taques, Dr. José Luis Iglesias Gallegos, el 14-01-1959 en Barquisimeto.
Llegó
a la península de Paraguaná con sus hijos desde Puerto La Cruz, ya que su
marido trabajaba aquí en la construcción de un aeropuerto. Su amor por sus
descendientes y esposo fue sin lugar a dudas el centro más importante de su
universo vivencial. Sus tesoros terrenales más preciados: hijos, nietos, nietas
y cónyuge, por quienes estuvo siempre dispuesta a hacer cualquier sacrificio. En
los momentos de alegría de sus familiares allí estaba, con el corazón lleno de
gozo, y en los de dificultades como la madre ejemplar que era, dándoles el consuelo
y los consejos oportunos; su afectividad fue excepcional, sus profundos
sentimientos hacia sus seres queridos definieron sus pasos por esta vida. Era
una constante en su existencia estar pendiente de toda su familia, pero la
huella más resaltante que dejó en su travesía por este mundo fue la práctica de
las virtudes cristianas: amor, fe, esperanza y caridad. En realidad, su fe en
Cristo era de primera línea.
Muere
Doña Olimpia a los 87 años de edad, querida, apreciada y respetada por todos
los que trataron con ella. La conocí a finales del siglo pasado, y tuve
noticias de su sincera inclinación para hacer el bien al prójimo. El afecto por
sus semejantes y la práctica de la caridad dejaron surcos profundos en los
lugares donde le tocó vivir. Los
años pasarán, Doña Olimpia; pero los recuerdos de las buenas acciones, sus
buenas obras, vivirán en el corazón de muchos, este es el mejor legado de su
senda por la tierra, y sé que usted se ganó un sitio en la genuina existencia: el
Cielo de Dios Misericordioso.
En
verdad, no escribo esta cuartilla para adular al burgomaestre del municipio, no
soy hombre de tales bajezas, sino para expresar un digno tributo a esta
abuelita ejemplar. Obviamente, los cronistas no hacemos política, sino
escribimos historias. Alcalde,
en el dolor de usted y su familia, les acompaño. ¡Reciban mi más sentido
pésame!.
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