sábado, 12 de noviembre de 2016

“EN ESTA CASA CANTA EL GALLO, PERO QUIEN MANDA ES LA GALLINA”

  -Escuche profesor, -me decía el otro día un vigilante diurno de nombre Juan Gotopo, quien trabaja en el Concejo Municipal Los Taques, desde hace 7 años y vive en la entrada de El Tacal, en Santa María. “Así como hay machismo también hay hembrismo. Déjeme contarle la historia que una vez me echó mi abuelo Francisco Córdoba, hombre sabio y como él decía: ‘faculto y de experiencia, quien murió, el 17 de agosto de 2007 a la edad de 70 años, en el hospital Dr. Rafael Calles Sierra, querido y apreciado por todos: hombre de trabajo, de respeto y de sombrero”.
“-Narraba, pues, mi abuelo: ‘Nieto, nos acusan de ser machistas, se dice que sometemos a las mujeres; pero si bien es cierto que esto ocurría en muchos casos, cuando yo era joven, hoy también se ve lo contrario: señoras que someten a sus maridos, y peor aún, los golpean”.
Resulta que un amigo que trabajó en la compañía petrolera, cuando era propiedad de los musiúes pero ahora está jubilado, a quien no voy a nombrar por respeto a la amistad, discutía el otro día con su esposa una taquera de pura cepa (de las que no se dejan embromar por nadie). Ya era tarde en la noche y ella deseaba que mi amigo dejara de tomar y se acostara, porque estaba pasado de palos, con una buena come-mie…, le dijo el susodicho a su señora (celosa y de carácter fuerte), con la lengua enredada por el alcohol y en tono de burla: “Yo tengo otra mujer, ¿y qué?” Ella a su vez le preguntó: “¿Así que tienes una querida? ¡Bueno, calembe del demonio, deja de jugar dominó y de tomar cerveza con tus amigotes, pasa pa’ acá, recoge tus cosas y te marchas al carajo, bueno pa’ nada!”
        Él le contestó pegando gritos como un energúmeno: “¡Yo soy quien manda en esta casa! ¡Tú lo que necesitas es una buena …! ¡No voy a pasar a ninguna parte! ¡Yo llevo los pantalones y te mantengo a ti y a tus hijos!”. La esposa lo atravesó con una mirada fría que helaba la sangre, y entró a la casa, y buscó un garrote que servía para darle el “palo cochinero” a los cerdos, con cuya carne ella elaboraba las hallacas en diciembre, y sencillamente lo golpeó, dándole por las piernas, los brazos y el lomo hasta que se cansó, y finalmente le dijo: “Recoge tus cosas y te vas con tu borrachera y la paliza que te di a fastidiar a otra parte. No sé cuándo vas a aprender que en este hogar canta el gallo, y no puedo negar que sabe pisar muy bien, ¡pero aquí quien manda es la gallina!”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Sus comentarios son importantes para el autor. Por favor, utilice un lenguaje cortés y respetuoso al dejarnos saber su opinión acerca de lo publicado.