Hace tiempo, Santa
Teresa de Jesús, hija de Alonso Sánchez de Cepeda y Beatriz de Ahumada, inspirada
mística española nacida el 28-03-1515 en Gotarrendura, Ávila, y muerta en Alba
de Tormes el 04-10-1582, escribió: “Si en medio de las adversidades persevera
el corazón con serenidad, con gozo y con paz, esto es amor”. También expresó la
Santa: “La tierra que no es labrada llevará abrojos y espinas aunque sea
fértil”.
A Villa Marina,
población del Municipio Los Taques, arribaron muchos margariteños en sus
embarcaciones, y echaron raíces en este hermoso poblado acariciado por las
aguas del Golfo de Venezuela; hundieron profundas anclas estos hombres del mar
junto con laboriosas mujeres en estas costas, de bellas playas y de las más
sabrosas empanadas de cazón y raya que se puedan comer.
Ellos trajeron el culto
a la Virgen del Valle, sin duda; pero fue la perseverancia y el profundo amor
por la santa “Vallita”, como todos cariñosamente conocen a la milagrosa
Patrona, profesado por Doña Emelina Adames Fernández y su esposo Don José Tomás
Valles Guignan, quienes en medio de muchas adversidades llegaron de Cabure, y
en el mes de septiembre de 1946 en su casa de habitación, se realizó por
primera vez una misa en honor a la Virgen, en Punta de Los Taques.
El suceso se repitió
por muchos años hasta 1954 cuando Doña Emelina, mujer de gran iniciativa,
organizó a los vecinos en un Comité que recogió fondos para construir una
Iglesia donde se le rindiera culto a la Santa Patrona. En 1955, los devotos
realizaron la misa en el templo aún sin terminar. La imagen de la Virgen fue donada
por la Nena Brett, siempre ferviente devota de la milagrosa Madre de Dios. A
finales de agosto se elegía la Reina de las fiestas patronales. Las procesiones
en las embarcaciones partían del Rancho Virgen del Valle, propiedad de Jesús
María González, y navegaban Villa Marina-Los Taques-Amuay-Villa Marina al son
de la música; al paso del tiempo se incluyó El Pico.
El padre Félix Catón
en 1988 puso orden al agregar el día 8 de septiembre, fecha que coincidía con
las festividades de Margarita. Las actividades se iniciaban el día siete en la
noche, la imagen era trasladada por las calles y la procesión continuaba el
siguiente día. Entre los descendientes que le han dado continuidad al legado de
Doña Emelina están Francisco Ramón y Julio César, con 30 años de festividad, y
en la iglesia, Emelina y Guadalupe.
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