martes, 29 de noviembre de 2016

· La Virgen del Valle y Villa Marina ·

Hace tiempo, Santa Teresa de Jesús, hija de Alonso Sánchez de Cepeda y Beatriz de Ahumada, inspirada mística española nacida el 28-03-1515 en Gotarrendura, Ávila, y muerta en Alba de Tormes el 04-10-1582, escribió: “Si en medio de las adversidades persevera el corazón con serenidad, con gozo y con paz, esto es amor”. También expresó la Santa: “La tierra que no es labrada llevará abrojos y espinas aunque sea fértil”.
A Villa Marina, población del Municipio Los Taques, arribaron muchos margariteños en sus embarcaciones, y echaron raíces en este hermoso poblado acariciado por las aguas del Golfo de Venezuela; hundieron profundas anclas estos hombres del mar junto con laboriosas mujeres en estas costas, de bellas playas y de las más sabrosas empanadas de cazón y raya que se puedan comer.
Ellos trajeron el culto a la Virgen del Valle, sin duda; pero fue la perseverancia y el profundo amor por la santa “Vallita”, como todos cariñosamente conocen a la milagrosa Patrona, profesado por Doña Emelina Adames Fernández y su esposo Don José Tomás Valles Guignan, quienes en medio de muchas adversidades llegaron de Cabure, y en el mes de septiembre de 1946 en su casa de habitación, se realizó por primera vez una misa en honor a la Virgen, en Punta de Los Taques.
El suceso se repitió por muchos años hasta 1954 cuando Doña Emelina, mujer de gran iniciativa, organizó a los vecinos en un Comité que recogió fondos para construir una Iglesia donde se le rindiera culto a la Santa Patrona. En 1955, los devotos realizaron la misa en el templo aún sin terminar. La imagen de la Virgen fue donada por la Nena Brett, siempre ferviente devota de la milagrosa Madre de Dios. A finales de agosto se elegía la Reina de las fiestas patronales. Las procesiones en las embarcaciones partían del Rancho Virgen del Valle, propiedad de Jesús María González, y navegaban Villa Marina-Los Taques-Amuay-Villa Marina al son de la música; al paso del tiempo se incluyó El Pico.
El padre Félix Catón en 1988 puso orden al agregar el día 8 de septiembre, fecha que coincidía con las festividades de Margarita. Las actividades se iniciaban el día siete en la noche, la imagen era trasladada por las calles y la procesión continuaba el siguiente día. Entre los descendientes que le han dado continuidad al legado de Doña Emelina están Francisco Ramón y Julio César, con 30 años de festividad, y en la iglesia, Emelina y Guadalupe.

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